que cambian según la latitud

ValoresEsencialesRecientemente, el  Papa ha hecho su particular llamamiento público a las mujeres en «nuestro papel de testimonio de aquellos valores esenciales que se ven tan sólo con los ojos del corazón”, a modo de heroínas anónimas, en esta “época marcada por el materialismo y la secularización”.

Como soy bastante más joven que el Santo Padre, y dicen que la experiencia es un grado, me gustaría que alguien fuera un poco más concreto porque, incluso recurriendo a diccionarios temáticos, no he conseguido aumentar de forma significativa mi comprensión.

Por no quedarnos sólo en términos económicos, el diccionario de filosofía dice que valor es la propiedad que hace a un ente o a una acción admirable u objeto de deseo. Es decir, que valorar es apreciar, desear y otorgar máxima validez. Pero también dice que la teoría económica distingue entre “valor de uso” (utilidad) y “valor de cambio” (precio).

Busco entonces esencia que resulta ser: la naturaleza de las cosas, lo que permanece invariable de ellas, lo que el ser es, la propiedad definitiva del ente. Esencia se opone a existencia, porque algo es sin necesidad de que exista, y a accidente, porque ensalza lo que permanece sobre los posibles cambios.

A modo de conclusión inicial, esto de los “valores esenciales” vendría siendo:

algo apreciable o deseable, porque es útil o se puede intercambiar, y que permanece invariable a pesar de las circunstancias o modas.

Como en otras partes de su discurso el Pontífice alude al aborto, creo entender que se está refiriendo a la familia, así que nada mejor que los fríos datos para iluminar la oscuridad mental de tanto concepto.

Según el último “Informe sobre la familia” (INE, mayo 2004), el porcentaje de hijos extramatrimoniales en España se ha duplicado en la última década (parece que es independiente de la opción que gobierne) aunque todavía es inferior a la media europea. Resulta que del conjunto de hogares con hijos en el 12,55% vive un adulto con uno o varios hijos y las mujeres encabezan nueve de cada diez de estos hogares monoparentales. ¿Tendrá esto relación con lo de la esencia?

Pues de estas 325.000 familias/hogares, 200.000 son de personas separadas (61,5%) y 43.000 (13,2%) son solteras. Tan sólo 62.000 familias (19%) son monoparentales a su pesar, ya que tienen al frente a personas viudas. Es decir, el 75% ha decidido su paternidad/maternidad en solitario.

El alto clero anda revolucionado intentando mandar a primera línea una vieja polémica que, a la vista de los datos, en la calle no parece tener gran influencia. El asunto tuvo hondo calado en la Edad Media y me viene a la mente el dominicano francés, Juan de París, que allá por el 1300, en plena lucha iglesia-imperio por el poder, desde dentro de la Iglesia se pronunció sobre el asunto de una forma contundente.

Sostenía que el poder secular es más antiguo que el sacerdocio del cual, evidentemente, no podía derivar. Afirmaba que es falso considerarlo como de naturaleza únicamente corporal, que el gobierno civil es necesario para una vida buena por los bienes éticos que de él derivan y que la propiedad del clero debía limitarse a un medio para su tarea espiritual, siendo el Papa un mero administrador y la regulación de su uso, pública o política.

Tras refutar todas las razones que la Iglesia esgrimía a favor de la supremacía, concluye que la autoridad del clero para juzgar y corregir puede llegar a la excomunión, pero jamás vinculada a consecuencias legales. En plena lucha entre el poder imperial y la iglesia, este clérigo francés realizó un poderoso alegato basado en razones históricas y fundamentos jurídicos a favor de la separación de poderes, lo que suponía un claro ataque a la soberanía papal y la defensa de límites al ejercicio moral y religioso que le era propio.

Después de haber leído la “carta a los obispos de la Iglesia Católica” en la que el cardenal Joseph Ratzinger pretende velar por la ortodoxia de la fe católica denunciando al feminismo (según el diccionario, “movimiento por la igualdad de derechos”) como supuesta fuente de todos los males, hay que dejar la filosofía para momentos mejores y quedarse con el ejemplo del Padre patera y su centro de acogida en Algeciras, donde más de 400 mujeres en el ejercicio de su maternidad han hallado cobijo y alimentos.

Defiende este fraile solidario que los niños  sigan con sus madres y que a éstas se les de un trabajo, pero las ayudas son escasas y quienes acuden sólo buscan niños en adopción, como si ya fueran huérfanos.

Siempre ocurre que las leyes van por detrás de la realidad social pero parece aún más grave esta evidencia de que los valores esenciales cambian según la latitud. Como si hubiera distintas varas de medir para el “sagrado valor” de la maternidad.

DiscursoPapa_ValoresEsenciales

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