Con-vencer no es suficiente

Saturados de textos, pero a falta de contextos, lo difuso, el futuro, tarda en materializarse. Y es que continuar en la era de la “foto fija” en un mundo cada vez más dinámico, transnacional y 3D, es, de entrada, un grave error conceptual. Un suicidio consentido en medio de una ceguera sin sentido.

Si hacemos un esfuerzo por traducir la transversalidad de las TIC a lo cotidiano, tal vez consigamos entender lo que tanto cuantificamos: la brecha digital y la falta de competitividad.

Las profesiones de futuro necesitan una combinación de disciplinas que se atascan en desarrollos curriculares estáticos y obsoletos, cuando no en el corporativismo. La administración electrónica se frena en la falta de preparación y confianza en las personas que atienden un día a día excesivamente burocratizado. En las empresas, se conjuga productividad con tecnología, olvidando a quienes han de manejarla.

Y en este juego de “pelota en tejado ajeno”, no vemos que el futuro necesita visión y estaciones más grandes para que podamos incorporarnos. Las quejas son conocidas y los discursos convergentes. Vayamos a los hechos porque la tecnología no se desarrolla de forma aislada sino que responde a las condiciones del entorno (nada que ver con líneas en el mapa) traducidas en demandas por necesidades de uso.

Las tendencias tecnológicas nos llevan hacia la diversificación, sofisticación y complejidad de la movilidad. Nuevos terminales inteligentes que se reinventan con el uso porque, como dice Juan Freire, “la tecnología es el pegamento para la innovación social”, de ahí su pregunta básica: “¿Cómo funciona el mundo transformado?”

Pero… ¿es un futuro para todos? Los continuos colapsos en las redes ya han hecho saltar las alarmas que preludian el fin de las tarifas planas en el móvil. Por otro lado, posibilidades como los terminales móviles usados como estetoscopios, y muchas más, se estrellan contra los obstáculos legales de una normativa obsoleta que impide su desarrollo y aplicación.

Y está la gran promesa del audiovisual, que se juega en la distribución online y en universos prolongados en el tiempo para un público más complejo. Lo veamos o no, la batalla en la convergencia TV-Internet no es tecnológica, sino de construcción de audiencias lo que implica “crear experiencias de consumo” que atrapen a un público cada vez más ”premium”. Esto significa contenidos, de alto valor sí, pero de bajo coste porque el poder de negociación no está en manos de quien produce. Hablar de modelos de negocio sin comprender las reglas del juego, es un fracaso anunciado.

Debemos aprender a equilibrar el placer de descubrir cosas con la necesidad de monetizar. Diferenciar entre “saber el nombre de algo y saber algo”. Cambiar las preguntas para averiguar “en qué momento empezó el proceso a no adaptarse”. Subscribo lo que decía Feynma

Yo puedo vivir con la duda e incertidumbre de no saber, creo que es mucho más interesante vivir sin saber, que tener respuestas que pueden estar mal. Tengo respuestas aproximadas, posibles creencias y diferentes grados de certeza sobre distintas cosas, pero no estoy absolutamente seguro de nada, y de muchas cosas no sé nada

Publicación original: enPalabras

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