… contra la prescripción endogámica

Hablaba recientemente Julen de la ansiedad que nos produce la incertidumbre y cómo tratamos de resolverla con una sobrediagnosticada realidad.

La búsqueda de faros por los que guiarse para tranquilizar el espíritu es permanente. Sea lo que sea, el peor escenario es siempre el de no saber qué nos pasa. Y los diagnósticos, ya se sabe, son la facturación previa a la terapia. Y conducen al evidente riesgo de la parálisis por el análisis.

Es el tipo de parálisis que te eleva ligeramente sobre el suelo pero no te deja despegar, que inhabilita para actuar pero no deja trascender para iniciar nuevos caminos. Una especie de capa intermedia que podría ser a la que Julen se refiere como el  negocio global del diagnóstico autoinducido.

Será por eso que tendemos más que nunca a buscarnos en identificadores comunes y en causas que nos permitan posicionarnos. Y será por eso que  nos encontramos, presencial o virtualmente,  con las mismas caras, las mismas voces,  las mismas ideas.

Cuesta asumir que lo convencional está muerto. En este mundo de expertos ya nadie quiere ser aprendiz porque seguimos llevando mal la soledad y el miedo a lo desconocido y al ridículo. Cuesta mucho decir «no lo sé» y a quien osa hacerlo lo acribillamos.

Somos tan predecibles como los grupos de personas y problemas que nos identifican, con sus protocolos y eventos en los que nos re-conocemos y saludamos. Por eso es el momento de las Nonferencias que dice Alfons, hay que superar los «espacios para la endogamia mental. Las conferencias son el reflejo de una realidad de los negocios que nos ha llevado a un modelo en crisis«.

Porque hoy todos sabemos algo, las reflexiones individuales solo tienen sentido si interactúan. No siempre es bueno reafirmarse. Probablemente es cierto que «el futuro de las conferencias se parece más a una a los encuentros informales que a un pabellón lleno de gente».

Saber vincular el proceso de in-formación con el de reflexión es cada vez más necesario. Las ataduras nunca fueron buenas. Para avanzar, se necesitan dosis de saludable infidelidad.

Publicación original: enPalabras

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