Retornando

Hay semanas intensas que necesitan un resorte especial para desconectar y no pudo ser mejor que el concierto instrumental de Rodrigo Leão.

Ya puedo afirmar que en directo se supera y, aunque no puedo comparar, el resultado de este experimento sin voces es magnífico.

Quien parece que sabe ha titulado su reseña del concierto como «El placer de sumergirse en la tristeza» y también he leído por ahí varias veces la palabra nostalgia. No sé, esto de la música es tan subjetivo…

Yo me planté en el teatro con mis circunstancias y mis límites no tardaron más de un par de acordes en desaparecer. Incluso menos, desde que Rodrigo y sus músicos (siento no saber sus nombres porque merecen ser reseñados) pusieron el pie en el escenario todo se revistió de una aureola de sobriedad y elegancia, de historia reposada y de diversidad, de silencio embriagador. Como su música.

Su imagen le define, no hay más que verlo. La que selecciono aquí es el inicio de su Web. No me extraña que en las estanterías lo sitúen en «músicas del mundo».

Fue sin duda un regalo de cumpleaños por el que merecía la pena esperar un poco. Y aunque el cierre fue magnífico, también en versión instrumental me sigo quedando con mi preferida.


Publicación original: enPalabras

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