El informe GEM

Cuando me piden que participe como experta en algún tema, entro en paréntesis. Soy de esas personas que primero hago y luego teorizo así que, la mayor parte de las veces, me entero de que voy sabiendo algunas cosas cuando empiezo a hablar.

Por otro lado no me llevo muy bien con el abuso cuantitofrénico en el que enmascaramos la falta de visión. Los datos son imprescindibles pero en la soledad de mi ordenador, cada vez que me he puesto ante el cuestionario GEM no he podido evitar comentarios extra aclarando y matizando sobre los apartados y las propias preguntas.

Asumiendo de antemano que es más fácil criticar que hacer, los cuestionarios me suelen dar dolor de estómago. Creo que en vez de leer y pensar en la respuesta siempre me encuentro preguntando: Y esto… ¿para que sirve? ¿qué nos aporta este dato?

Pero siempre colaboro por dos motivos: porque también me apoyan cuando pido ayuda y porque es una forma de doblegar a mi difusa percepción que tiende a mezclar realidades con posibilidades.

Cuando me llamaron para a la reunión de expertos que tendría lugar tras la presentación del último informe confirmé enseguida. Era la primera vez que nos juntaban así que me resultó tan atractivo el no saber a quién me iba a encontrar como el propio objetivo: no sólo aportaba una innovación metodológica sino que podía ser un tímido avance en la creación de conexión en red.

Al final, muchas caras conocidas pero de distintos entornos. Una frescura poco habitual en personas acostumbradas a dominar y en la que todos pasamos a ser puntos de intersección. Tal vez por eso, o porque la crisis ha ido aligerando la prepotencia de ciertos discursos, las preguntas y aportaciones fueron asomando con cierta timidez.

Y de nuevo en primera línea reclamaciones antiguas, aletargadas en el limbo de las promesas, pero otras fueron avanzando en el futuro que necesitamos conseguir. Ya no cuela lo de vender humo, aunque se acepte el impersonal “se necesita” como recurso discursivo. Parece que al fin hay conciencia de que nadie gana cuando la mayoría pierde.

Es necesario hablar, vernos, pensar en equipo rompiendo las barreras de las rígida sectorización que nos paraliza. Un buen primer paso por el que hay que felicitar a Maite Cancelo, la nueva Directora de Bic Galicia, que parece dispuesta a desengrasar rutinas y la Araceli de Lucas, la Directora del Servicio de Información Europea de la CEG.

Publicación original: enPalabras

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *