Tejiendo posibilidades

La lectura es uno de estos aspectos en los que la abundancia de posibilidades me genera estrés. Dicen que sólo hay un placer mayor que leer y es comprar libros. Tengo que reconocer que es uno de mis pecados confesables.

Esta ansiedad lectora no es algo que tenga solución pero como vicio arraigado desde la infancia, cuando aún creemos que lo podemos tener todo, he ido buscando alternativas enriquecedoras que brillan con luz propia.

Los libros me buscan, me acechan… y yo dejo que me encuentren, aunque luego se amontonen en los sitios más insospechados esperando capturarme entre sus páginas. Con algunos sé que el coqueteo será largo, poniendo a prueba la resistencia de nuestro enamoramiento inicial. Otros me capturan al instante y se colocan en primera línea de mis evasiones. Incluso los de trabajo, porque la pasión lectora alimenta necesidades que se tejen sin límites artificiales en mi cerebro y en mi corazón.

Entre mis alternativas a la escasez de tiempo está la mirada de Goio Borge que desde Banquete a la Tropa me va presentando autores y personajes con los que sé que no tendré tiempo de tomarme un café, pero que se van instalando en mí a través de su mirada. Pero es que la suya es una mirada especial con recorrido propio entre la reseña, el análisis y las emociones. Me gusta como vive y como cuenta los libros.

Con el de hoy «El infierno (invierno) del dibujante» me he acercado a la trayectoria de algunos de nuestros dibujantes famosos que trae a primera líneas alguna de estas cuestiones sin resolver y que ponen de manifiesto un problema antiguo al que Internet da nueva dimensión, pero que no ha provocado:

En aquellos años, los dibujantes de historietas se veían obligados a firmar con Bruguera un contrato en que cedían sus derechos de autor, de tal manera que no podían dibujar sus propias creaciones al irse de la editorial, y ésta podía emplear otros dibujantes para seguir creando nuevas historietas con dichos personajes, aunque los autores originales no lo autorizaran, con la consecuente pérdida de calidad y prestigio creativo. Su trabajo habitual en la editorial tenía un salario escaso y, apenas podían desarrollar su creatividad fuera de unas líneas concretas de trabajo a enmarcar en el contexto paternalista de la empresa, el mismo que luego les permitió volver a ella a trabajar bajo estas condiciones una vez que su aventura de hijos pródigos fracasara.

En fin, empecé escribiendo desde mi lado emocional y ha entrado el lado izquierdo del cerebro sin pedir permiso. Lo cierto es que el Blog de Goio es para disfrutar haciendo un poco míos los libros con los que no llegaré a conversar.

Otra de mis fuentes preferidas es Los buenos libros, donde Antonella Broglia va dejando constancia de su actividad lectora. Envidiable capacidad y disponibilidad de tiempo. Son recomendaciones a tener en cuenta.

Están además los libros que me voy encontrando en mis lecturas de blogs a los que he incorporado recientemente los que nos van contando Francesca con su personalísima mirada en El Club de los Domingos. Un placer añadido a las tranquilas mañanas de domingo.

Pero hoy es Sant Jordi y echo de menos no haber pasado por una librería y tener entre mis manos el que se cuela por su cuenta al margen de necesidades y preferencias. Y también las conversaciones con Sandra, mi librera, que anda liada con su reciente maternidad escribiendo su propia historia. Pero hoy es sábado y llueve. Es una carencia que todavía puedo subsanar.

Publicación original: enPalabras

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