Percepciones

Independientemente del idioma en el que nos expresemos, hay cuestiones de fondo que no somos capaces de evitar. Y tampoco hay motivo para ello, aunque es bueno conocerlas para sacar el máximo partido.

Comentando sobre estas cuestiones nos contaba recientemente Fe un par de anécdotas muy galaicas que me prometí registrar en cuanto lo serio me dejara un paréntesis. O más bien, como en este caso, cuando la saturación me derivara hacia algún punto de fuga.

Caso I: Una disputa por unas lindes que acabó en el juzgado cuando, en el fragor de la discusión, un paisano le cortó al brazo al otro con una hoz. El juez pregunta y el paisano responde

– No es cierto que el día de autos usted….

– Pode…

Caso II: La médica desesperada con una paciente a la que, intentando saber el efecto del tratamiento, pregunta como se encuentra.

– Qué, mellora?

– A peor non vou…

Describía Fe la desesperación de sus amigos mientras ella se reía intentando explicarles que no son respuestas dubitativas, sino todo lo contrario, una especial filosofía de vida, discutible, pero para nada ingenua.

Estas dos me han gustado especialmente y pienso hacer alguna práctica para incorporarlas como respuesta automática. ¡Son fantásticas! Desde luego mucho más diplomáticas que esta manía mía de llamar a las cosas por su nombre. Tengo mis dudas sobre si la eficacia y la eficiencia, tan liberadoras para quien te rodea, no son en el fondo una pesada carga para quien las practica. Por ejemplo:

Caso I: Te piden algo

– Tienes preparado lo que comentamos sobre…

– Puede

Caso II: Te quieren pedir algo

– Pero ya estás mejor, verdad?

– A peor no voy

Y aquí un vídeo que le va perfecto. Cortesía de Goio, que nos lo apunta abajo, en el comentario.

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