Atrapando palabras

Dicen que es oficio, que lo que hay que hacer es sentarse… y escribir. Sí, pero no estoy de acuerdo. Sé «es» aunque no te dediques a ello.

03_OficioSinBeneficioCierto que siempre me he reprochado el no disciplinarme y transmitir lo que mi mente relata. Porque ése es el secreto de mis despistadas ausencias, que mis neuronas andan enredadas en eternos borradores. Pero tampoco sé si debiera. Ha sido el papel quien ha decidido seleccionar alguna de esas nítidas reflexiones que a veces atraviesan centelleantes mi propia rutina.

Escribir es parte de mi esencia. Una especie de necesidad, o carencia, que me ha doblegado sobre la hoja en blanco obligándome a seleccionar palabras, sentimientos y sensaciones, que a veces se ponen de acuerdo reteniendo la magia de un instante.

Lo cierto es que cuando he querido obligarme con elementos y técnica a mi servicio, tan sólo he conseguido un batallón en formación perfecta, una impecable sucesión de palabras y pausas que expresaban con toda corrección la idea inicial, pero con la emoción a medio camino. Aunque, por otro lado, he de reconocer que este medio camino ha sido siempre el valor diferencial de una parte de mi actividad consultora.

Ordenando papeles, y vivencias, me encuentro a veces alguno de esos privilegiados momentos que han conseguido identidad propia y me doy cuenta de que ya no me pertenecen. Porque son precisamente esos, los que no nacieron para ser leídos, ni tan siquiera fui consciente de su nacimiento, los únicos que merecen una vida independiente de mí y de la circunstancia que los creó.

Escribir es una necesidad, y no precisamente la de crear obras de arte, aunque lo del arte y la belleza es subjetivo. Porque no se trata de buscar la genialidad o el talento literario de brillo editorial, sólo de atrapar las ideas. Esos pequeños aciertos que nos salvan del fracaso personal.

Escribir es vivir y sobrevivirse. Y quizá también la ruborizante y secreta esperanza de conversar con otras soledades.

En mi caso, hoja en blanco y minutos robados al tiempo son pequeños lujos que siempre intenté reservarme escribiendo por y para mí. Hay cosas, las que mejor me definen, que puede que nunca comparta. Pero tal vez lo bonito no es la capacidad de hacer grandes obras, sino la anónima necesidad de construir-te.

Publicación original: enPalabras

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