AtardeceEnAgostoYLlueveEl mundo protesta y a mi me envuelve una especial ternura. ¿Por qué será que siempre me encuentra más preparada el silencio que la fiesta?

Anoche, mientras cenábamos, la ría se vistió de plata dejando a nuestras voces los matices que poco a poco fueron pintando trazos de arco iris en la noche. Se intuía lluvia, pero el mar fue cómplice negociando con las nubes un pequeño aplazamiento.

Siempre hay, en agosto, un día que se viste de otoño recordándonos que el tópico veraniego debe ser disfrutado. Que hay que cansarse del des-orden para que llegue la añoranza de la rutina. Que los días ya languidecen en reflejos dorados.

Atardece en agosto, y llueve. El viento envuelve un rumor de pasos y voces que dejan desiertas las calles mientras los edificios se encienden entre cristales de luz.

Respiro tranquila. A nadie espero, ni me esperan. Estoy en pausa, como un lago a los pies del mundo en la soledad blanca de estos días que van dando forma al otoño.

¿Será que para mi el silencio es la fiesta?

Publicación original: enPalabras

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