Y cerrar los ojos para (no) ver

Dice Fer

“Lo difícil muchas veces es mantener la mente lo suficientemente abierta como para dejar que los datos nos susurren al oído y la cabeza fría para no dejarnos llevar por la emoción del momento”.

No es fácil dejar que la atención se pose sobre los susurros pero, una vez que los escuchas, lo realmente difícil es mantener la cabeza fría. Es como viajar al margen de aviones, AVEs y autopistas, hay todo un universo por observar e interconectar.

Cegados por la aparente cercanía de los brillos tecnológicos, la dificultad del proceso de in-formación apunta, cada vez más, a la rigidez (o la falta de disciplina, que también) con la que pretendemos someter la construcción del conocimiento. Nada nuevo pero sí cada vez más complejo: cuestionar los supuestos. Es decir, cambiar las preguntas o, incluso, dejar de hacerlas.

Porque, ¿qué entendemos, o debemos entender, por “conocimiento necesario”? ¿El que tenemos o el que deberíamos tener? ¿El que ya hemos detectado o el que todavía no hemos definido? La mayor parte de las veces los datos confirman lo que no supimos (¿?) reflexionar a tiempo, que somos más de aquí y ahora, y que preferimos la aparente eficiencia de cualquier orden. Sin embargo, cuanto más se mezcle la información, más fácil será encontrar la relación que nos importa, incluso la que hasta entonces no sabíamos que nos llegaría a importar.

El proceso de in-formación puede llegar a ser caótico porque implica búsqueda. El orden viene después, cuando las palabras grandes y los herméticos discursos de la perfección teórica dan paso a los hechos de los que debemos aprender y a la evaluación social. Pero para no perdernos en ese caos de relaciones entre personas, dominios y contextos, hay mucho que escuchar y que conversar.

El tránsito de la «emoción del susurro» al estado de «cabeza fría» puede llegar a ser tan desconcertante que siempre es bueno recurrir a la fórmula 3P mientras se va definiendo esa nueva realidad en la que proyectar la mirada. Porque no se trata de divagar sino de mantener en el horizonte el concepto de utilidad como inicio permanente para que llegue a ser un continuo cambio de fronteras.

Y mientras se deja espacio a la fiebre de las ideas es necesario seguir ejercitando la mente en la visualización de lo posible. No se trata de domesticar la pasión, sino de alimentarla con nuevos estímulos en los que, tal vez, podremos encontrar alguna conexión que nos faltaba.

Publicación original: enPalabras

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