Merchandising de la diversidad

A estas alturas tenemos claro lo de la oferta y la competencia así que dada la saturación del calendario, además de marketing, va a ser necesario que alguien se ponga a ordenar las estanterías por conceptos.

La sociedad evoluciona y eso quiere decir que a necesidades aun no resueltas añadimos las que se van creando y el resultado es la multiplicación de “causas” que compiten por la atención y por los recursos. Y así circulamos, ejerciendo sordera activa y brujuleando mientras el problema no nos toque.

Cierto que la celebración del día internacional de “algo” sirve para que se hable de un problema pero, en el transcurrir del tiempo, lo único que veo es una secuencia de eslóganes y campañas. Y de entre todos los días señalados, me molesta especialmente el del 8 de marzo, ese que se refiere a (mas de) la mitad de la población mundial. Porque el futuro se hace día a día, no a base de gritos, titulares y falta de argumentos.

Nunca disfrazo mi opinión pero prefiero ocuparme en hacer y en ser. Sin embargo esta mañana se me han atragantado los titulares: los nuevos, los típicos, los repetidos. Y no tanto por lo que dicen sino por la calculada maniobra de trastienda del poder para que el efecto de ruidoso rebote agote la capacidad de acción social. Esa que no consiste en salir un día a la calle, prender un lazo en la solapa o contribuir a un trending topic.

Va siendo hora de dejar de estigmatizar y abandonar las “causas” para centrar la atención en lo que se va consiguiendo y, a partir de ahí, construir. Entretanto, igual podemos ir dejando que la diversidad se organice porque el criterio cronológico, como el alfabético, dejan mucho que desear. A nadie se le ocurre que los Donuts deben estar en la misma estantería que el Detergente, aunque los dos empiecen por la misma letra.

Publicación original: enPalabras

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