buscar las rendijas de los enfoque habituales

Ser empresaria o profesional proactiva en los contextos que conlleva el trabajo implica tener que abordar en foros, congresos, estudios, etc., el recurrente tema de la igualdad de oportunidades. Personalmente me aburre porque rascar un poco en el óxido de las férreas estructuras no provoca cambios sino un eco cansino que contribuye a la sordera social. Entonces, ¿cuál es la alternativa?

Este espacio/observatorio tiene mucho que ver con esa pregunta porque nos planteamos objetivos «pequeños» sin grandes pretensiones: ir recogiendo hechos (y a poder ser que sumen) y bucear en las reglas de juego de la diversidad al margen de los tópicos. Por eso, incluso cuando la mirada se posa en lo más aparente, procuramos aprovechar para buscar las rendijas de los enfoque habituales. Hoy toca uno de esos.

SensibleroMaquillajeLlegué por casualidad al Ted de Sheryl Sandberg, Directora de Operaciones en Facebook, y pensé lo inevitable: de nuevo mujeres hablando de mujeres. Creo que me puse a escucharlo mas por solidaridad que por curiosidad pero, claro, las rendijas siempre aparecen y en el relato de Sheryl me llamaron la atención algunas cuestiones.

Sentarse al lado de la mesa o en la negociación

Parte de la tesis de que nadie consigue un ascenso si no piensa que se merece el éxito… o si al menos no reconoce su propio éxito. Parece que hombres y mujeres nos equivocamos al autoevaluarnos pero en sentido contrario:

  • los hombres se equivocan sobreestimando y las mujeres subestimando
  • los hombres atribuyen el éxito a sí mismos (“soy genial”), y las mujeres lo atribuyen a factores externos (“alguien me ayudó”, “tuve suerte”, “trabajé realmente mucho”)

Empezando con las dudas: sobre/sub estimar… ¿con respecto a qué? ¿al orden establecido? ¿a las reglas de juego imperantes? Maquillar metodologías sobre las mismas viejas estructuras no sirve, si seguimos midiendo con respecto a lo que funciona mal, ¿que es lo que va a cambiar?

«Y esta verdad permanecerá como tal hasta que, utilizando el mismo método, sea sustituida por otra nueva»

Las «diferencias» de correlación con el éxito y la simpatía

Parece ser que estas dos cualidades son positivas en los hombres y negativas en las mujeres. Para ello toma el ejemplo del experimento realizado partiendo del estudio de la Escuela de Negocios de Harvard sobre Heidi Roizen: una emprendedora de una empresa de Silicon Valley que usa sus contactos para convertirse en una inversora de capital riesgo exitosa.

En 2002 un profesor de la Universidad de Columbia toma el caso de Heidi Roizen para comparar resultados entre dos grupos de estudiantes modificando una sola palabra: cambia el nombre de Heidi por Howard. Luego encuesta a los estudiantes y tanto los hombres como las mujeres pensaban que Heidi y Howard eran igualmente competentes, y a todo el mundo le gustaba Howard pero Heidi…

  • El es «un gran tipo, uno quiere trabajar con él y pasar el día pescando con él».
  • Sobre Heidi había dudas porque “es egocéntrica y tiene un sesgo político. Uno no puede estar seguro de trabajar con ella”.

Más cuestiones de fondo: De entrada podría ser más revelador analizar el sesgo de las preguntas  que las propias respuestas porque convendría saber con qué excusa se introduce en un análisis de escuela de negocios el asunto de irse de pesca con alguien cuyo éxito profesional/empresarial se está analizando.

  • ¿Tanto han cambiado los enfoques de casos de las escuelas de negocios y yo sin enterarme?
  • ¿De verdad se tiene en cuenta el estilo y calidad de vida en los entornos de aprendizaje teórico de modelos de negocio?
  • ¿Tan asimilado está el que la vida personal se diluye en la de la empresa como para tener que asimilarse al ocio de quienes mandan?
  • ¿Es tal vez la manera de que el alumnado se sitúe mentalmente en las élites de poder para seguir alimentando el manido sueño americano?
  • ¿Que significa simpatía?
  • ¿Qué significa éxito?
  • ¿No se supone que hay que aprender a trabajar en equipo?

Es lo de siempre: se muestra lo que interesa, se amplifica, y a la potencia del canal se unen los poderes estadísticos. El poder se maneja bien en los silencios, mejor que hablen los pececillos.

Publicación original: enIgualdade

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