Estrenos comerciales, ése es el matiz.

P4164722_0_1_tonemapped_editHay una anécdota, ya clásica, que recuerdo cada vez que se menciona la predisposición del público a la piratería:

Año 2004. En las reseñas del festival de Cannes sobresale la aparición de una película surcoreana, OldBoy, de Chan-wook Park. Las descargas aún no habían conocido los tiempos de megaupload, y el pirateo, lejos de ser complicado, no era todavía una opción recurrente. Pese a ello el sistema de distribución estatal, que generalmente propiciaba que las películas de cada temporada no pasaran de Madrid, Barcelona y un par de ciudades más, no solía dejar demasiadas salidas con títulos que ni siquiera se editaban en formato doméstico. Aún era posible encontrar ese público que hoy en día parece haber desaparecido (aunque siga ahí), pero estas películas no se estrenaban, no existían comercialmente, por lo que había que recurrir a otras vías para poder verlas.

Muchos esperamos por OldBoy durante meses con la esperanza de que tuviera algún tipo de estreno pero, una vez más, cuando éste se produjo fue bajo mínimos: un par de copias para Madrid y Barcelona que luego llegaron a Bilbao, Valencia y, creo recordar, Sevilla.

Ante la perspectiva de lo imposible, hubo que recurrir a vías alternativas, pero quiso la casualidad que bastante tiempo después fuera programada en la filmoteca coruñesa. ¿Fue un pase fantasma? No, por supuesto: la sala estaba llena, y llena, además, de mucha gente que ya había visto OldBoy y que no quería renunciar a la experiencia de la pantalla grande. Por cierto, la copia de 35mm estaba en unas condiciones tan lamentables por el desgaste que se veía mejor el DVDrip.

Año 2013: es todo un drama. Nadie sabe qué hacer, pero una valerosa panda decide dar una vuelta al sistema planteando una interactuación que lleva años siendo necesaria: la que debería existir entre el público potencial y las salas.

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De Screenly ya me habían soplado algo hace unos meses, cuando aun no tenía ni nombre, y desde que se hizo público semanas atrás está siendo el runrún de moda entre ciertos sectores de público y, claro, profesionales del gremio. No es para menos, yo mismo, como espectador y como creador, hace años que alzo mi puño al cielo sollozando por un mínimo de sentido común: ¿Por qué se acusa a este país de no tener espectadores que quieran pagar por ver películas cuando lo cierto es que prácticamente sólo se realizan estrenos masivos de unas pocas? El Blog de CineOnline realiza un gran repaso de lo que puede ser este formato, e incluye perlas interesantes:

Es curioso que en un país que produce más cine que nunca, hayamos pasado de los 4.700 estrenos comerciales de 1984, a los 1.400 que se registrarán, aproximadamente, en 2013. Es paradójico cuando además todo el mundo coincide en que hoy se consume más cine que nunca.

Estrenos comerciales, ése es el matiz.

A día de hoy tal vez el mejor ejemplo para visualizar la existencia de un público que quiere ver determinado tipo de cine sean los festivales, la suma de los dos conceptos que darían a Screenly su razón de ser: eventos y asistencia de público. Ahora bien, la medida en la que estos eventos ya asentados dibujen un panorama de asistencia habría que analizarlo:

– Por un lado estarían los ejemplos de festivales que programan títulos más convencionales para lograr mayor presencia mediática, pero que pasada la euforia de los titulares en prensa no parecen tener mayor relevancia en carreras comerciales que insisten en los modelos clásicos, esto es, esos 1400 estrenos comerciales que citaban en El Blog de CineOnline.

– Por otro hay un hecho evidente, y es que en muchas ocasiones los festivales completan su programación con títulos más que conocidos por el público especializado, con lo que de nuevo se genera un cuello de botella al limitar la exhibición no dando cabida a nuevas apuestas que siguen buscando el acceso al público. Sin ir más lejos, este año el festival de Sitges proyectaba Leviathan, maravillosa película que prácticamente un año antes ya había pasado por el Festival de Cine de Sevilla. Al mismo tiempo se produce la paradoja: no parecen existir alternativas legales para que un espectador llegue a Leviathan a no ser que la programe un festival (al que hay que asistir) o filmoteca (que tiene que existir).

Screenly quiere darle el poder al público para elegir con que proyección crear un evento. Personalmente creo que es una idea maravillosa y que tiene todo de su mano para funcionar, pero al mismo tiempo no puedo dejar de pensar en estos cuellos de botella: hay cientos de películas cada año que quieren encontrarse con ese público. Curiosamente en una época en la que la información está a un simple golpe de ratón se dan, cada vez más, casos de títulos que ven crecer su carrera en salas años después de su estreno. Un ejemplo estupendo sería Nostalgia de la Luz, de Patricio Guzman: premiada película de 2010 que llego a estrenarse en la Cineteca madrileña a finales de 2012, pero realizándose previamente una campaña en Verkami para asegurar la viabilidad del evento. Es decir: se hizo un llamamiento a los espectadores para que decidieran, y dijeron que sí, que querían otro cine.

Bola extra:

Los responsables de Screenly hablan de cines tradicionales y salas institucionales (auditorios, centros de cultura, filmotecas…), y sería una pena que, en una época en la que los proyectores de calidad se han expandido, no se reflejara la posibilidad de pases canallas en establecimientos hosteleros y otros antros por el estilo. ¿Por qué no? ¡No sólo el cine sesudo se pierde en el camino de la exhibición!

La primera fotografía está sacada de este estupendo post de Abandonalia.

Publicación original: enimaXes

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