No hay construcción humana en soledad

… un recién nacido puede venir a este mundo con una dotación genética que le posibilita la genialidad, pero no será nada si no es con la colaboración de otros seres humanos que le acompañen, colaboren, le quieran, le consideren y crean en sus posibilidades. No es posible construir desarrollo humano meramente rodeado de máquinas, por muy aparentemente ‘inteligentes’ que éstas nos parezcan.

No sólo la inteligencia se construye en interacción con el otro: también los retos, los proyectos

… los anhelos de nuestra vida se tejen en la relación con personas que se hacen relevantes para la existencia, que son significativas porque nos merece la pena pasar tiempo con ellas, disfrutar con ellas, construir sueños con ellas, afrontar retos, superar dificultades, sentirnos parte de su existencia, vivir en definitiva una vida plena en comunidad.

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Extracto de Al principio está la relacción, artículo escrito por Javier Tamarit sobre la película Máscaras.

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