ciudadanía activa, responsable y dinámica, que genere y utilice la inteligencia colectiva

Se dice que la mayoría de las organizaciones sólo cambian cuando están realmente amenazadas, cuando el coste del cambio excede los riesgos y esto quiere decir, a menudo, demasiado tarde. Partiendo de la base de que la transformación de la realidad sólo se puede llevar a cabo a través del protagonismo de la sociedad, la participación es, y será, la asignatura pendiente que no se soluciona en las urnas.

El reto de conseguir una ciudadanía activa, responsable y dinámica, que genere y utilice la inteligencia colectiva, es el tópico ilusionante que no sólo no debemos olvidar sino que hay que pasar con urgencia a la lista de prioridades.

En España, el desarrollo del fenómeno asociativo y el asentamiento de una democracia participativa han sido y son fenómenos coetáneos e intrínsecamente ligados en su evolución. Las asociaciones se han convertido en un agente social de obligada referencia en la decisión de otorgar o no legitimar políticas sociales de los gobiernos sin llegar nunca a suplantarlos en esta responsabilidad asumida democráticamente.

El entorno asociativo español se caracteriza, entre otras cosas, por su gran pluralidad así como su excesiva fragmentación. Si el sector asociativo como tal desea cumplir con eficacia el papel de guardián de las causas sociales, se ha de dotar de una mayor coherencia interna y de un más amplio e involucrado respaldo externo.

Las sociedades de hoy en día son demasiado complejas para que una organización pueda existir y funcionar de una manera aislada. La colaboración con otras organizaciones, con la Administración y con las empresas puede ser fundamental a la hora de alcanzar unos objetivos determinados.

Construir confianza

La culminación exitosa del círculo de intercambio entre los ciudadanos y la organización depende del grado de conocimiento e identificación mutua que se alcance. No obstante, el progreso social en nuestro sistema democrático de derecho va a depender crecientemente progreso social de la legitimación recíproca entre el Estado y el asociacionismo civil.

Por otra parte, para que una organización y su causa obtengan respaldo social y proyección de futuro es imprescindible que “comuniquen su identidad y sus planes a la ciudadanía”. La organización necesita recursos humanos y económicos que ha de buscar en fuentes públicas y privadas.

Las claves son: hacer, comunicar y transparencia. Hacer quiere decir buscar la manera de ser coherente con los valores organizativos y crear los sistemas que garanticen esta manera de hacer o comportarse, tanto de la organización como de las personas que pertenecen a ella. La atención a los sistemas de gestión no es sólo una cuestión puramente técnica.

Además de los estatutos, órganos de dirección y formas de representación, los aspectos que realmente actúan sobre el cambio son aquellos que transforman:

  • Los procesos y métodos que se emplean en el trabajo.
  • Los sistemas que permiten la cohesión en la organización.
  • La coherencia entre los objetivos y la acción (posicionamiento interno / externo).
  • La buena determinación de lo que corresponde a los órganos de decisión política y estratégica y a los de dirección técnica.

La despersonalización en favor de una visión global de la tarea, completa esta visión coherente de los objetivos de intervención.

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