Apenas empezaba la campaña cuando Carla, directora de Empresa y Finanzas, aprovechó el escenario de sus debates para dar voz a los tres principales partidos que se batían por el gobierno de la Xunta. Y digo batir, que no debatir, porque más parecía una destrucción de lo otro como fin en si mismo que una argumentación para conseguir el objetivo.

Llegué después de empezado pensando que me habría perdido la mayor parte, pero acabé marchando bien pasadas las 10 de la noche, con la sensación de que los peores presagios sobre la sucia dialéctica que iba a marcar la campaña electoral era ya una realidad inevitable. Todo mi «optimismo existencial» que había puesto alguna esperanza en el reciente ejemplo de la campaña de Obama se retiró para dar paso a la cruda realidad de lo que nos esperaba.

Y a mi que me gusta discutir, que no pelear, sólo puedo entristecerme porque, una vez más, nuestros representantes políticos no usan sino que abusan, quitándonos el dereco a la necesaria reflexión colectiva que debería ser la campaña electoral. Al menos yo me e quedado, una vez más, con la miel en los labios.

La contienda fue ciertamente poco agradable, por no decir insufrible, sobre todo para Carla que intentaba moderar, a quien prometí hacer referencia a su artículo, El mayor espectáculo…, en mi blog.

Publicación original: enPalabras

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