Desarrollo vs. Crecimiento
Desarrollo’ y ‘crecimiento’ son dos palabras que suelen utilizarse indistintamente, aunque existan matices. Generalmente, cuando hablamos de ‘desarrollo’ pensamos en los países del Sur, mientras que cuando hablamos de ’crecimiento’ nos referimos más bien a los países del Norte, pero en cualquier caso es siempre la misma lógica de la acumulación, de la utilidad»
Lo decía hace poco Serge Latouche, uno de los impulsores de la teoría del decrecimiento, Y decía también que «salir de la sociedad de crecimiento es salir de las dinámicas de desigualdad». Conceptos interesantes como referencia para cuestionar la inercia pero que están siendo utilizados de forma demagógica y manipuladora.
Sin embargo el Sur, tiene muchas lecciones que darnos, si es que somos capaces de aprender, porque como dice David de Ugarte, ya hace tiempo que se veía cómo la crisis empezaba a traer la demanda de microcréditos de la periferia al centro.
Leía también hace poco una entrevista al autor del libro «Los próximos 30 años. Claves para rediseñar la vida profesional» cuyo titular decía: «Asumamos el reto de ser protagonistas de este tiempo histórico que nos ha tocado vivir»: Me llamó la atención porque me pregunto ¿es que se puede no serlo? (por acción o por omisión, como nos decían antes, ojo)
El caso es que por el medio decía que «hay una colección de indicadores que están pidiendo a gritos que no nos quedemos con los brazos cruzados, sino que asumamos el reto de ser protagonistas de este tiempo histórico que nos ha tocado vivir. Y sobre nuestra generación recae buena parte de esta responsabilidad». Hasta aquí bien, pero cuando le pedían que concretara esos indicadores en ejemplos la cosa ya patinaba:
Pobreza, marginación, medio ambiente, desmotivación de las personas con su trabajo, rupturas en las familias, desequilibrios psíquicos, falta de credibilidad en las instituciones, cinismo en la ciudadanía, etc.
¿Y a esto lo llamamos indicadores? Que las cosas no van, ya lo sabemos, y todos estos síntomas que enumera no los calificaría yo de «descubrimiento» precisamente. Divagamos demasiado, nos quedamos en lo difuso del discurso grandilocuente porque cuesta construir nuevas realidades. Hay que pensar y trabajar, pero eso no da titulares, no vende, no gana elecciones.
Volviendo a los microcréditos, hay que empezar por recuperar los conceptos porque en nuestra parte del mundo, el microcrédito se ha manipulado como paliativo a la precariedad laboral y como solución temporal a la reducción de las cifras del paro. Señala David, sin embargo, que lo que nos enseñan los países en vías de desarrollo es el efecto social y económico que genera cada dólar prestado:
Es decir, ahora que el discurso del emprendedor social empieza a ser cuestionado por la esterilidad de sus resultados, los números vuelven a demostrar que lo que produce desarrollo y cohesión social es un entorno de emprendedores artesanos empoderado por herramientas de crédito a su medida.
Y dice también que es necesario «abrir la conversación para empezar a construir este reto. Ellos llevan mucho trabajo hecho y proponen una ruta en cuatro pasos (que intuyo que habrá que ir descomponiendo en muchos «pasitos») para liberar el poder del microcrédito en una sociedad desarrollada.
No es un post de lectura sino un tema de estudio y manos a la obra. Porque como dice en sus conclusiones:
Extender el mercado del microcrédito requiere un esfuerzo de gran escala que excede la lógica de negocio de los grandes del mundo financiero y subvierte las reglas tradicionales de puesta en marcha de mercados. Un mundo donde la piedra angular es la primera en colocarse y donde el mercado es creado por un esfuerzo colectivo que se sitúa fuera de él.
Precisamente por ello, podría ser la gran causa de la era del conocimiento colaborativo. El triunfo de lo pequeño es el único horizonte digno para verdaderos gigantes.
Ya no podemos quedarnos en el miope gatopardismo en el que nos hemos refugiado. El triunfo de lo pequeño no sólo es posible sino imprescindible. Como lo hace el Drago milenario, esa hierba con porte arbóreo que permanece resistiendo al tiempo y a la adversidad.
Publicación original: enPalabras