Visualizando el laberinto
Joseph Stiglitz está de moda. Y es que no hay trayectoria o Nobel que valga ante una buena catástrofe, o conjunto de ellas, como las crisis que nos sigue pre-ocupando.
La Voz de Galicia le dedicó ayer portada y dos paginas, con declaraciones no muy diferentes a las que recogen los distintos medios en los últimos meses. Y me sorprende que este hombre, que lleva tantos años diciendo tantas cosas, se repita intencionadamente, incluso teniendo en cuenta lo que pueda corresponder a la parte promocional de su último libro. ¿No será más bien que no sabemos preguntar?
Y es que mientras el malo sea el mercado (ese algo difuso del que no formamos parte, claro), nos ataquen los especuladores (menos romántico que lo de los corsarios, pero vale) y nos confirmen eso de que el euro nada bueno iba a traer, mejorar no mejoramos pero… ¿y lo que consuela?
No es político sino académico y por tanto, a pesar de formar parte del comité de sabios del Presidente del Gobierno, dice sentirse más libre para hablar de causas y consecuencias sobre las decisiones en relación a la caótica situación actual. Por eso también, si nos dice que no nos parecemos a Grecia, nos quedamos más tranquilos… ¿o no? Veamos:
Hay similitudes en el alto nivel del déficit, pero grandes diferencias en el porcentaje de deuda respecto al PIB, mucho mayor en Grecia. Además, su anterior Gobierno era corrupto y maquilló las cuentas, ayudado por uno de los grandes bancos de inversión de EE.UU. ?Pero la tasa de paro en Grecia no es tan elevada.
Pues no sé qué decir. Porque si el uso de la palabra corrupción no me deja indiferente, la frase final me lleva al desconcierto total. O sea, que lo más seguro es que quién sabe.
Yo también me acerqué a Siglitz hace poco, pero por motivos diferentes, a través de una conferencia sobre la inutilidad del sistema de patentes tristemente actual a pesar de ser de 2007. Y lo que allí explicaba era mucho más interesante para afrontar las actuales amenazas pero sobre eso no hay preguntas:
Por qué el sistema de patentes, y el de propiedad intelectual, no proporciona los incentivos necesarios para el desarrollo y `por qué el poder de los monopolios implica lo contrario, disminución del bienestar social y lo que es peor, incentivos para restringir el uso del conocimiento.
A pesar de que la entrevista de hoy se limitaba a pedir su opinión por las medidas recientemente presentadas por el gobierno, Stiglitz introduce por dos veces un matiz que es el que se debería haber seguido:
La estrategia debería ser reestructurar el gasto hacia otro tipo de áreas más productivas
Yo preferiría poner el énfasis en redireccionar el gasto hacia inversiones de alto retorno
Pero nada, la actualidad es la actualidad y lo que manda es opinar sobre lo dicho o hecho, lo que todo el mundo quiere oír, ¿para qué ir más allá? Cierto que cuando el daño es grande hay que operar (amputar, mejor dicho), pero… y luego… hacia dónde? Creo sinceramente que no están los tiempos para desperdiciar minutos ni los sabios para recitarnos el guión que nos gusta. Por cierto, ¿dónde están ahora los que tanto se ofendían por su defensa de la intervención institucional cuando los mercados no son tan eficientes? Porque esa es otra de sus afirmaciones, que «no sólo no es invencible la mano invisible del mercado, sino que no existe». Y la cuestión ya no parece estar en si el Estado debe intervenir, sino a favor de quién lo hace o debe hacerlo.
Me sigo quedando con la espléndida frase de aquella conferencia que desde entonces, como bien me han echado en cara, no he parado de repetir:
El conocimiento es la parte MAS importante de la producción del conocimiento
Publicación original: enPalabras
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