Trabajo – profesión – ocupación – empleo

Son palabras que suelen usarse indistintamente hasta en la EPA. Incluso la RAE las interrelaciona en sus definiciones. Sin embargo, llevadas a la práctica, sabemos que no es lo mismo.

De hecho, ahí está la legión de profesionales en paro, los empleos de subsistencia, o las personas ocupadas en trabajos no retribuidos, como esa lado oscuro derivado de la mayor esperanza de vida, que genera hipotecas personales y profesionales en las siguientes generaciones y que no sabemos cómo resolver.

Y es que no se trata de conceptos intercambiables, sino de secuencias que se deben poner en línea entre el trabajo y el dinero para que las cosas funcionen. Pero para eso, hay que aprender a construir la propia pirámide y no es fácil en una situación como la actual en la que la clave parece reducirse a la palabra salario.

Porque a pesar de que estamos en una crisis globalizada, empeñarnos en hablar de un problema global es escondernos en la capa de lo confuso y lo difuso, en el ¿y que puedo hacer yo? Nadie se salva en el reparto de dificultades o de la aceptación de trabajos alimenticios, la diferencia está en saber, pero sobre todo querer, hacerse las preguntas básicas: ¿Quién soy y qué quiero ser?

Cada cual decide dónde quiere situar el centro de responsabilidad de sus circunstancias, pero es suicida no querer formar parte de ese análisis. Probablemente son preguntas que nos ocuparán la mayor parte de nuestra vida, sino toda, y con las que iremos construyendo lo que en realidad somos.

Inicié este blog reflexionando sobre el código genético de mi trabajo y encuentro que, aunque las claves siguen siendo las mismas, se han ido adaptando al contexto. Hace de eso dos años y la crisis asomaba el hocico pero dada su evolución, me pregunto cuantas personas habrán pasado la barrera de la queja para revisar y revisarse.

Claro que también tendré que hacer un repaso sobre mi propia evolución, si es que la tuve, si he tenido conclusiones y he hecho algo con ellas y, de ser así, si las habré utilizado para seguir avanzando o me quedé parada en algún tipo de autocomplacencia paralizante.

En el fondo es divertido porque, ¿que puede ser más estimulante que este permanente reto conmigo misma?

Publicación original: enPalabras

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