Eligiendo dónde mirar
Cuando alguna circunstancia altera la secuencia típica del desarrollo vital, lo alternativo se convierte en clavo ardiendo. Vivir al revés es incómodo, porque la normalidad y sus reglas se autoprotegen con NO rotundo.
Y no era fácil, hace años, quedar al margen de la «lógica vital». Tal vez por eso, siempre se me ha escapado la mirada hacia las nubes: lo que era, ya no tenía remedio, ¿para qué perder el tiempo?
Pero no fue algo consciente. Lo que te rodea está tan concentrado en sí mismo que no te presta atención y vas haciendo cosas porque «no sabías que no se podían hacer». A mi me salvó la curiosidad, aunque tuve que acostumbrarme a eso de «mejor pedir perdón que pedir permiso».
Hay a quien el instinto de supervivencia le ayuda a realizar elecciones sencillas y no hacer ruido, a escoger lo mejor de lo peor y vivir una vida sin sobresaltos. Lo políticamente correcto es decir que lo respeto, pero lo cierto es que no, porque pasamos de puntillas por los deberes y confundimos derechos con privilegios.Esas personas que eligen «lo correcto» son las que reclaman inexplicables derechos cuando la realidad se tambalea.
Cuando las cosas salen bien, enlazar los puntos hacia atrás es fácil, pero no siempre se pueden reconstruir las encrucijadas en la que tocó decidir. Si no salió bien, pues a sintetizar conclusiones y a seguir aprendiendo. Mártires y kamikazes, son asuntos de otros tiempos.
Igual que en su día me resultó reconfortante escuchar a Feynman en El Placer de Descubrir Cosas, hoy la puesta al día de lecturas me llevó a las palabras de Asimov sobre el aprendizaje voluntario. De hecho, me ayudó a solucionar un par de cuestiones al recuperar la pregunta mágica: ¿Por qué no?
Publicación original: enPalabras