Y sin control(adores)

Las resacas no son buenas. Tras la borrachera desinformativa, las no conclusiones terminarán agrupándose en torno a las opiniones con más seguidores y las que cuenten con mejores plataformas.

La crispación general, aletargada en las buenas maneras aprendidas y en el «malo será», encuentran su desahogo en estos sinsentidos adrenalínicos que nos permiten desear la normalidad costumbrista y acostumbrada. Una normalidad efímera y repleta de excepciones, pero a cuya fotografía nos aferramos.

La cuestión no está en cual de las partes tiene mayor responsabilidad (porque ninguna se salva) y podría haber hecho más por evitar el problema. El fondo es mucho más complejo. O más simple, según se mire.

Hablamos de (i)responsabilidades, pero hemos ido configurando un modelo de sociedad hecho a la medida de nuestra comodidad. No queremos problemas, no queremos pensar, y mucho menos decidir. Medimos a los gobiernos por el rasero de la inmediatez y del corto plazo, y así se comportan. Este problema viene de lejos pero no tanto como la generalizada adicción al tratamiento de síntomas. Siempre hay urgencias más vistosas o rentables.

Parece que ya no recordamos el reciente caos que en abril de este año afectó al los espacios aéreos de gran parte de Europa con miles de vuelos cancelados y amenaza de bloqueos y secuelas hasta 2012. Entonces, igual que ahora, miles de personas afectadas, directa e indirectamente, pérdidas millonarias y expectativas al borde del abismo. Una lección importante que hizo volver muchas miradas hacia la red y sus posibilidades.

Pero es una lección no aprendida. Seguimos necesitando que algo nos sacuda para ser darnos cuenta de las amenazas que intentan bloquear esas alternativas. Y seguimos necesitando al malo de la película para descargar nuestras iras, aunque eso signifique celebrar la constitución, sacralizada e intocable, a fuerza de militarismos. Así se hace hacemos la Historia.

Los controladores se equivocaron, sin duda, pero ¿hay alguien que haya hecho lo correcto? Por supuesto que una vez engangrenado, el problema no tiene solución buena pero, ¿era necesario llegar a esto? ¿A quién conviene tanta crispación maniqueísta? Las profesiones con privilegios económicos son muchas, nunca ha sido un secreto.

La impotencia sufrida por miles de personas se repetirá. Puede que no siempre sea tan visible pero al final, la longitud de la cola es lo de menos. Las circunstancias personales, como tu sombra, es lo único que te acompaña.

Publicación original: enPalabras

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