Es lo que hoy creía necesitar

El día estaba bien programado. Viaje y, fundamentalmente, conversaciones. Unas para ir cerrando asuntos molestos, otras para abrir puertas interesantes. Por el medio, la gestión más o menos recolocada, algún asunto familiar camino de vuelta y un dejarse ver de obligación social en la retirada.

Casi nada se ajustó a lo previsto, y sin embargo todo fue mejor que lo inicialmente planificado. El cambio de ritmo consiguió hacerme olvidar mi tendencia a controlar (pura deformación) y la casualidad entró en escena.

Nada de esto hubiera sucedido de estar a mi alcance la i-bicuidad de la que hablaba Alfons Cornella hace unos días.

Así, más allá de la búsqueda de la ubicuidad de la red, cuyo objetivo es hacer posible la conexión a la misma “dónde estés y a la hora que estés”, se tratará en el futuro próximo de garantizar que el ciudadano tiene en cada momento y lugar la información que le es imprescindible para ser eficiente (o sea, fuente de productividad personal) así como para poder disfrutar de una mayor calidad de vida.

Y pone el siguiente ejemplo

Está bien que pueda disfrutar de una pantalla de televisión que me informe de lo que ocurre al otro lado del mundo, pero lo que realmente necesito es saber cuánto tardará el siguiente tren. Esta información ayuda a reducir mi ansiedad informacional. Más aún, esta información sobre el tiempo de llegada del siguiente tren debería tenerla en la calle, para decidir allí si quiero bajar al metro o no, de acuerdo con mi presión de tiempo

Lo reconozco, es útil. Y supongo que el futuro nos permitirá cubrir esta aspiración de eficiencia suprema eliminando inútiles frustraciones cotidianas de poca monta. Lo cierto es que somos capaces de resolver problemas complejos y nos paralizamos en lo simple. Probablemente algún día, alguien volverá a inventar las partidas de dominó.

Prefiero la opción de la diagonalización informacional de la que habla hoy Alfons que nos llevará al fin de la anquilosada estructura departamental en la que nos empeñamos en seguir malviviendo

Uno tiene la impresión de que, conforme avanza la densidad informacional de nuestras actividades, o sea, conforme la gestión de los recursos de información está más en el corazón de nuestras organizaciones, más sentido tiene considerarlos como la organización en sí. Dicho de otra forma, quizás ya no tiene sentido hablar de sistemas de información en las organizaciones, sino de organizaciones que son sistemas de información.

Aún nos quedan muchos pasos para asimilar que la secuencia dato-información-conocimiento requiere simplificar. Sólo así seremos capaces de reemplazar las bolas de cristal por rejillas de lectura.

Publicación original: enPalabras

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