Aquí hay tomate debate

Es innegable la didáctica de los ejemplos cuando se habla de cuestiones complejas, pero no en el caso de elecciones desafortunadas, aunque den juego en la réplica. Dado el protagonismo del tomate en cuestiones de protesta, en juegos y hasta en los calcetines, tal vez no sea mala idea reconvertirlo en terapia.

La reacción inicial a la eliminación de la Ley Sinde fue emocionante por muchos motivos, y el primero la atención despertada por la actividad legislativa que tanto nos afecta y tan poco parece importarnos. Se haoído leído de todo, pero aún queriendo disculpar el calentón de los exabruptos iniciales, transcurridos unos días no es comprensible que la ministra continúe respaldando el fondo y la forma de alguna de estas manifestaciones.

Por lo visto el resultado del trabajo que se realiza al frente de un ministerio no implica ninguna responsabilidad política. Tristemente, no sorprende, pero aún me parece peor el pretendido e inútil elitismo, su ignorancia del significado de cultura y las amenazas: “El mundo de la Cultura ha visto de tal manera perjudicada su propia existencia que va a estar muy vigilante”.

Y teniendo en cuenta que alguno de los que más ha gritado no tributa aquí es inadmisible que la ministra diga que “quienes tienen intereses en la Red y se ganan la vida con esos negocios paralelos que no tributan ni cotizan a la seguridad social ejercen un tipo de economía sumergida que no es el modelo que socialmente me parece más interesante en estos momentos de crisis económica”.

Es más, entiende que alguno, que también se beneficia del sistema público, se quiera hacer objetor fiscal. Ignorancia y desfachatez es una combinado insultante en un alto cargo político pagado con dinero de todos.

 

También preocupa a la ministra la situación de fragilidad y escasa capacidad de organización de las organizaciones empresariales de la cultura. Lo que no le preocupa es lo que opine la ciudadanía porque para eso sigue el consejo que le dio el rey el día de su toma de posesión:

No hay que gobernar según lo que diga la prensa ni la opinión pública. O al menos, no solo en base a eso.

Sin embargo por el lado de estas opiniones que no hay que escuchar siempre ha habido argumentaciones, y hay ejemplos, pasando a primer plano las que reclaman ir al fondo del asunto. Falta la disposición a escuchar porque el debate no interesa y siempre se pretendió resolver en otras instancias. Los intentos por desbloquear la situación no tendrán respuesta.

De todo lo leído en estos días, y ha sido mucho, saco en conclusión que las cuestiones de fondo están muy distorsionadas por eso me parece fundamental lo que decía Mirian Ruiz ya a principios de 2009 y que empieza así:

Vivimos en España una situación muy curiosa de desinformación sobre el mundo de la cultura de la que, en mi opinión, se derivan muchos de los conflictos ideológicos sobre los “derechos de autoría“. Se trata de la confusión, probablemente intencionada por parte de la gente del mundo del entretenimiento, entre los conceptos de arte, cultura y entretenimiento.

Es imprescindible enfocar y aclarar qué causa estamos defendiendo y despojar la palabra cultura de elitismos y deformaciones. Y ciertamente hay que conseguir que los procesos judiciales se agilicen, pero para toda la ciudadanía, al igual que el derecho de todo el mundo a vivir con dignidad de su trabajo.

Pero por mucho que nos empeñemos, la inmensa mayoría no leerá todas estas cosas y será otro tipo de acciones las que tomen el protagonismo. No es lo deseable, pero no es de extrañar. Lo que nos jugamos es mucho más que una guerra de orgullos. Si no hay debate, seguirá habiendo tomate.

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Publicación original: enPalabras

 

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