Más que palabras

Consideradas como falta de urbanidad por la gente de bien, y aunque reconozco que hay de todo, las pintadas suelen salir al encuentro de la mediocridad de nuestros logros con sus llamativos mensajes.

La de la foto, además de hacerme sonreír, me ha servido para reparar en el lamentable estado del frontal superior del Estadio de Riazor, céntrica sede de nuestro Depor en una de las zonas más transitadas del paseo marítimo que rodea la ciudad.

Pero, a veces, detrás de las palabras también hay hechos. La cultura pre o(kupa) fue el eslogan acuñado a principios de 2008 por un grupo de de personas que transformaron una de tantas ruinas, producto de la especulación urbanística, en un espacio colaborativo y cultural. La Casa de las Atochas se convirtió en todo un ejemplo y símbolo de integración y espacio de libertad.

La historia no es nueva pero en una ciudad pequeña todo tiene más trascendencia. Sobre todo cuando hablamos de uno de las zonas emblemáticas y con historia. Ha sido un recorrido de dos años y medio en los que barrio y vecindario recobraron una intensidad vital no recordada, resurgiendo del trágico abandono provocado consentido tanto por la propiedad (promotora inmobiliaria, claro) como por los proyectos urbanísticos. Un barrio en el que la destrucción y el abandono ponían la alfombra perfecta a la especulación.

En este tiempo, y bajo la amenaza de los tribunales a la que algunas personas están haciendo frente con nombre y apellidos, se han ido sucediendo manifestaciones y actuaciones de apoyo que daban un sentido que trascendía los propios objetivos del proyecto. Una de estas iniciativas se presentó hace un año en un interesante documento que resume el trabajo realizado por ergosfera sobre este emblemático barrio:

A cidade dos barrios (acidadedosbarrios.org) es una iniciativa promovida por la Delegación de A Coruña del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia y coordinada por el Estudio MMASA (mmasa.net), que surge como continuación del estudio habitares (habitares.eu), y que, con el patrocinio del Ayuntamiento de A Coruña, la Fundación Caixa Galicia y la Diputación de A Coruña, pretende convertirse en una plataforma de reflexión sobre la ciudad y su urbanismo desde la escala de los barrios.

Yo no sé cuanto reflexionaron las personas que okuparon la Casa das Atochas, pero sí que no tuvieron más patrocinio que los recursos que fueron reuniendo entre todos. Sé que las decisiones se tomaban en asamblea y que consiguieron crear una alternativa de ocio y cultura libres de presiones económicas o políticas. Su «laboratorio social» de A Coruña funcionó en autogestión con ánimo de compartir, descubrir o disfrutar de otra manera, de forma autónoma y superando «las dinámicas tradicionales del trabajo y el consumo que ofrece el sistema capitalista».

En este local que llevaba años abandonado, la palabra clave era reciclar y lo sacaron adelante sin subvenciones públicas o privadas: En la Casa das Atochas se organizan conciertos de estilos variados, con grupos procedentes de toda España, músicos consolidados en la cultura underground o noveles para quienes este tipo de locales suelen ser la única alternativa para iniciar una carrera. En este tiempo se han desarrollado también concurridas las proyecciones de documentales y cortos, conferencias y charlas en las que todo el mundo tenía voz y una amplia variedad de talleres.

No pretendo transmitir una imagen idílica de un proyecto que, por lo que tiene de humano incluye, estoy segura, sus zonas oscuras. Pero tampoco creo que se deba juzgar su trayectoria o su validez ejemplarizante por las actuaciones de las personas encapuchadas que, escudándose en el anonimato, se dedicaron a ejercitar un vandalismo sin disculpa en la última manifestación de apoyo antes del desalojo. Como decía uno de los propietarios de un negocio afectado: «No fue muy diferente de una huelga general. La policía y el Ayuntamiento tampoco nos ayudan cuando queremos trabajar y nos echan silicona en la cerradura»

Creo que con lo que debemos quedarnos es con sus enseñanzas: con la capacidad de trabajo y de colaboración, con la ilusión que puede generar alternativas donde no hay más que abandono. Ahora que para todo necesitamos estudios y planes estratégicos, que nunca encontramos recursos, los hechos nos demuestran que se puede, y que la dependencia lloricosa del estado no nos va a llevar a ninguna parte. ¿No ha sido este un ejemplo de emprendimiento? ¿Lo dejaremos ir, como tantos otros, entre las escavadoras y los escombros?

Publicación original: enPalabras

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