… cambiando las narrativas
Decía ayer Juan Granados en la presentación de su último libro: «La recuperación de la «historia menuda» nos da claves que tal vez habíamos dejado pasar».
Se refería con ello al anecdotario que los tratados de historia «serios» abandonaron durante bastante tiempo, y que tiende a recuperarse, pero se me ocurre que lo mismo piensan los gobernantes con respecto al sentir y a la opinión de la ciudadanía (me refiero a lo de «poco serio»).
Es cierto, los modelos de negocio evolucionarán y las industrias obsoletas tendrán que cambiar pero, de momento, la agenda mediática sigue condicionada por fuegos artificiales en el sitio incorrecto y los problemas de fondo sin abordar. Entonces, todo esto, ¿para nada?
No porque con esta acumulación da capas de pintura nos estamos quedando sin espacio para respirar. Cierto que en el recorrido puede pasar de todo, pero los hechos son lo que son por más que nos quieran vender salas de prensa interactivas.
No es ficción, está sucediendo. Desarrollan su estrategia mientras nos refugiamos en la adrenalina de lo inmediato y pataleamos. Todo está previsto y orquestado, sí que saben. Pedíamos acuerdos entre los «grandes» partidos para afrontar esta crisis y ahí tenemos sus incompatibilidades blandiblú en contraste con la cruda realidad y las expectativas. Orgullosos ganadores en el casino del Titanic.
Estar al día de lo que ocurre, y formar opinión, exige un tiempo que la mayor parte no tenemos, pero no involucrarse nos ha traído hasta aquí. Un falso dilema con una respuesta obvia porque el pasado no volverá. Hay que redirigir la mirada al futuro que se está dibujando, aunque la interesada tradición intente frenarlo.
Con todo, tengo que reconocer que me emociona el despertar ciudadano, lo preocupante es la falta de formación y la inconsistencia.
Publicación original: enPalabras
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