… para marcharme

Soy fumadora, así que ya no tengo que buscar otra excusa para eludir situaciones y personas que no me apetece soportar. Lo único, hacerme a la idea de las caras de reprobación y/o perdonavidas que dejaré al darme la vuelta pero, ¿qué le vamos a hacer? Algunas mucho respeto tampoco es que me inspiren.

Pero seguiré siendo tan educada que no diré nada a quienes tienen sobrepeso (o mucho sobrepeso) incluso cuando se estén quejando del colesterol o hipertensión (ay los infartos). Tampoco pediré cuentas al gobierno sobre como invierte mi contribución extra a nuestras vacías arcas.

Pero hoy toca alegrarse por la gente que se siente tan feliz. Por eso no es momento de quejarse por el estado de las calles ni por la tierna infancia que coloniza cafeterías y restaurantes mientras sus progenitores charlan o beben (lo que sea que beban), ni por ceder mi espacio en los vestuarios del gimnasio a madres y niñ@s maleducados e insoportables (supongo que con los padres ocurrirá lo mismo claro).

Seguiré siendo comprensiva con los esfuerzos por mejorar el caos en ciudades y espacios naturales, y por conseguir un aire más limplio. En definitiva, siempre respetuosa con la ley, con las decisiones estatales y con el bien común, el de antes y el de ahora, aunque en general una siga teniendo la sensación de que las cosas se siguen haciendo así de aquella manera.

Lo cierto es que todo esfuerzo es poco por mantener el estilo de vida que tanto nos costó conseguir. Pero ya nos queda menos para alcanzar la perfección.

Así que, continuando con la montaña rusa de subidones, twitter estaba que «echaba humo» esta mañana. La mayor parte con la alegría como arma arrojadiza claro, pero también con ideas, obviedadades y reflexiones que deberían hacer pensar. Y algunas de no fumadores, por cierto.

Personalmente, mis motivaciones para dejar de fumar, que poco queda, tienen más que ver con mi bienestar personal y mi afición al deporte. Egoísta que es una, que le vamos a hacer. Si entretanto elimino alguna mala costumbre, como la de aguantar personas y situaciones que me incitan a encender otro cigarro para apaciguar instintos asesinos, pues mejor todavía.

Lo cierto es que como ex-fumadora tendré mucho más juego para meterme con algunas ramificaciones de este asunto, como lo de las denuncias. Lo de la cobardía y la estupidez autoinducida no lo llevo muy bien. Cosas de otra época:

Y si los tiburones fueran personas, los pececillos dejarían de ser, como hasta ahora, iguales. Algunos obtendrían cargos y serían colocados encima de los otros. Se permitiría incluso que los mayores se comieran a los más pequeños. Eso sería delicioso para los tiburones, puesto que entonces tendrían más a menudo bocados más grandes y apetitosos que engullir. Y los pececillos más importantes, los que tuvieran cargos, se cuidarían de ordenar a los demás. Y así habría maestros, oficiales, ingenieros de construcción de cajas, etc. En pocas palabras, si los tiburones fueran personas, en el mar no habría más que cultura.

Publicación original: enPalabras

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