lisergicosLa imagen que ilustra pertenece a un ilustre momento del audiovisual patrio. La Matanza Canibal de los Garrulos Lisergicos fue el prometedor arranque de un proyecto que se vio truncado poco después por nefastos motivos, pero esto no quita que se mantenga la sorpresa de su gestación: hablamos de 1993, Galicia, cine de género y unos cabezas locas que arrancan la (baja) producción de la peli vendiendo bonos con los que asegurar el montante necesario para cintas, comida y cerveza. Dada la naturaleza del proyecto, con esos bonos lo que aseguraban era una copia en vídeo del resultado final, no beneficios en bolsa, pero la intención es lo que cuenta.

Esto viene un poco a cuento porque el viernes y el sábado se celebró en Madrid el Transmedia Living Lab. En realidad tampoco es que tenga una relación directa con esto (incluso diría que es casi ofensivo acordarse de un evento que ofrecio grandes momentos vía streaming sólo por esta cuestión), pero sí entronca con algo que Gonzalo Martín plantea en Pulsiones respecto a la presencia de marcas en el crowdfunding. Es un tema de gran interés (que, por cierto, se amplia en los comentarios), quizas un camino de futuro para la consolidación de algunas propuestas en el audiovisual, aunque graciosamente por beber de lo popular en sus ejemplos mas conocidos (como en la estrategia seguida por El Cosmonauta) me ha recordado el caso de La Matanza.
Y es que en los apartados, digamos más sectoriales de las industrias culturales la introducción de marcas afines a un algo concreto es, quizas, más que un futuro un presente desaprovechado. Precisamente La Jefa se acordaba de esto hace casi un año, con motivo del Resurrection Fest: aunque se trataba de un evento musical, el objetivo más jugoso para marcas específicas que allí participan es el de conseguir material promocional con el que luego retroalimentar su áurea entre fieles de unas muy determinadas corrientes culturales. Y ésto en realidad no es solo cosa del Resurrection: cíclicamente aparece algún vídeo espectacular por la red en el que alguna marca ha querido condensar los valores de su producto. Tal vez lo paradójico resida en que ésto suceda con marcas «pequeñas», aquellas que tienen muy claro hacia donde quieren dirigirse, lo cual no resulta un impedimento para que el resultado final sean piezas tan maravillosas como ésta:

Que sí, que no deja de ser publicidad, pero no es menos cierto que tampoco deja de ser una experiencia visual. Y eso tambien habrá que tenerlo en cuenta, ¿no?
Bola extra:
El crowfunding en el audiovisual de puro entretenimiento nacería siempre ligado a la serie B, o directamente la más abyecta Serie Z. Tim Burton recogía muy bien en Ed Wood las peripecias en las que se vio envuelto aquel truhán para sacar adelante la (mal llamada) peor película de la historia del cine, con bautismo en piscina incluido.
Pregunta para finalizar:
¿Cual sería en este momento la diferencia entre patrocinio y el crowfunding como busqueda de fondos? ¿Arcade Fire ya había decidido colgar su primer concierto de The Suburbs y luego añadio el logo de American Express, o primero aseguro la financiación de estos para tomar la decision de publicarlo?

Publicación original: enimaXes

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