Como película, nada que objetar a The Social Network. Sus diálogos rápidos y brillantes, el contraste de estéticas y actitudes, dan el marco perfecto para situarnos en lo que nos caracteriza hoy en día: la inmediatez interconectada. No puedo decir que no me haya gustado, pero…

Mi “asesor” me advirtió que se ven mas cosas al alejarte, que gana tras distanciarse del visionado… y tiene razón. Lo que cada vez tengo mas claro es que me no me gusta lo que voy viendo con esa perspectiva de los días. No dejo de pensar que el eslogan del cartel define perfectamente este uso de los nuevos escenarios para reproducir los viejos estereotipos:

“No haces 500 millones de amigos sin ganarte algunos enemigos”

Ya, en los Facebook y demás, o eres “amigo” o no eres. El concepto de amistad va ganando nuevos brillos pero no sé si reconforta. Entiendo lo apropiado del eslogan pero debería ser:

“No haces 500 millones de usuarios sin ganarte algunos enemigos”

Y aún así… Al escribirlo voy siendo consciente de lo poco que me gusta la manipulación de valores y reproducción de élites. En realidad no está defendiendo el este nuevo talento como alternativa a los viejos círculos del dinero, sino como puerta de entrada a esos mismos círculos. El poder, sigue siendo el poder porque, al final, el dinero nunca duerme.

Al tiempo que nos producen rechazo ciertos abusos del pasado, encumbramos decisiones que se toman en medio del ruido a golpe de chupitos… y lo que cuadre. Romper las barreras de los tiempos establecidos no parece llevarnos a destruir límites sino a reconducirlos, no a ampliar espacios de creación sino a trasladar viejos hábitos a nuevos escenarios.

Puede que también influya mi actual preferencia por las series, que permiten un diferente tratamiento del tiempo y las personas. Reconozco que, así como soy capaz de ver varios capítulos seguidos cuando me engancho a una, es muy habitual que al terminar una película lo primero que diga es “le sobran 20 minutos, o más”. Y no siempre porque sean largas, sino porque me siento manipulada. Es una cuestión de miradas.

Es cierto que mi interés por The Social Network se centraba más en los retos de los nuevos modelos de negocio que en la anécdota de su(s) creador(es) pero me quedo con la sensación de que lo que nos cuentan es, una vez más, una historia de personajes y, sinceramente, no es de las que más me han gustado. Para eso sigo prefiriendo, otras estéticas que enamoran y de las que he sacado bastantes más anotaciones inspiradoras.

La brillantez de sus diálogos hace difícil seleccionar momentos, pero he capturado tres, aunque la contradicción de lo nuevo que pretenden contar choca con las prácticas de privacidad que no permiten compartir las capturas en los canales habituales. Como me gusta ir dejando anotados los ejemplos, he encontrado una alternativa aunque de escasa calidad y con exceso de ruido:

¿Qué me vas a decir a mí?: Los primeros intentos de reclamación de los “estafados” con el antiguo secretario del tesoro

La osadía como culto: Las decisiones de expansión tomadas en pleno fervor discotequero

¿Talento vs. Trabajo?: Analogía de la regata, que parece decirnos que en el mundo del talento el trabajo no cuenta

Me parecen especialmente representativos de la confusión reinante aunque teniendo en cuanta quien es el director, quiero pensar que encender una luz de alerta era, precisamente, la intención.

Publicación original: enPalabras

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