El vídeo que ilustra este post es, sin mucha discusión (o ninguna), ese Gran Momento que se reservó John Hughes cuando dirigió Ferris Bueller’s Day Off (aka Todo en un Día). Hughes fue, en cierto modo, el gran cronista de la adolescencia ochentera norteamericana, un autor que dio lo mejor de sí durante esa decada con cuatro largos y unos cuantos guiones (sobresaliendo el crepuscular salto a la madurez de los personajes en Una Maravilla con Clase).
Ferris Bueller’s Day Off partía de una premisa básica: Ferris Bueller (Matthew Broderick) se las apañaba para escaquearse del instituto, liando a su novia y a otro amigo para pasar un día demencial por las calles de Chicago. Ésto se adornaba con las necesidades de la década en cuanto se trataba la comedia adolescente: coches, antagonistas caricaturizados, hedonismo hiperbólico, superioridad amoral de los jovenes protagonistas…
Pero Hughes, que en el fondo debía de ser un tipo con una cierta tendencia a la depresión cronica, colaba esta secuencia antes de que llegara cualquier dosis necesaria de drama para cerrar tramas. Y es una secuencia grande, enorme. Por un lado por atreverse a transgredir la ligereza del género en esa época introduciendo una visita museística como pieza catartica, por otro por atreverse a plasmarla en dos tiempos, primero atendiendo a ojo de cámara a las propias obras, y finalmente devolviendo el espacio a los propios personajes de la película, que a su manera mostrarán el efecto que les produce el enfrentarse a la presencia del Arte. Ni que decir que el choque con el retrato impresionista de Georges Seurat de uno de los personajes es tremendamente significativo a la hora de entender como Hughes entendía este tipo de historias, y es que en el fondo ya bastante supone decir que alguien tenga la feliz idea de rodar nada para adolescentes en el Art Institute abriendo el desfile de obras con el Nighthawks de Ed Hooper.
Esto viene a cuento de que hoy descubrí los vídeos que un colega realizó para la campaña de Ministerio de Cultura para promocionar el Día y la Noche Internacional de los Museos. Y que me han gustado una barbaridad, claro, tanto por lo acertado que encuentro el concepto general de la campaña (hablar de los primeros recuerdos museísticos), como por el trabajo que realizó Pepe García para escenificarlo en estas dos breves piezas de las que no merece la pena hablar pudiendo ser vistas.
Y añado que la experiencia de trabajar en museos en circunstancias especiales resulta de lo mas gratificante. Nosotros lo vivimos hace dos años con la campaña que el Concello da Coruña llevo a cabo por esta misma celebración, pese a las prisas que conllevaba el tener que ir de un sitio a otro para que no se perdiera ninguna actividad por el camino. Mucho más modesto todo, pero las reacciones finales por parte de la gente que participo seguro que no distaron demasiado.
Publicación original: enimaXes