¿Rentabilidad aplazada?

En esta primera entrada que hago tras la mudanza veo que hay costumbres que permanecen, como la del doble titular. Y no sé por qué lo hago, sencillamente me sale.

La falta de experiencia y una versión de WordPress de la época de los dinosaurios convirtieron el trabajo de mudanza, y mis vacaciones, en algo realmente… cómico. En realidad podría compararlo a un parto que parece que no acaba nunca pero con el bebé en brazos ya sólo recuerdas la mano amiga que te apoyó en los momentos complicados. Lo enlazaría, pero no sé si quiere, igual le complico la vida.

La repetición de tareas (¡muchas repeticiones!) me han dado una visión de mi misma en un recorrido de más de tres años que me ha hecho el efecto de subir a una cima solitaria desde la que poder observar-me. Pero no me refiero a mi yo interno, con el que tengo por costumbre dialogar aunque sea entre las prisas, sino con la otra, la que se relaciona con el mundo, la que toma decisiones y camina. He descubierto que asumo con más facilidad las responsabilidades que los halagos y que escucho mucho, lo cual es bueno, pero hay muchas palabras rebelándose contra la diplomacia establecida.

También empiezo a sentir que lo que yo tomaba como dispersión es más bien todo lo contrario, una condensada coherencia que empieza a aburrirme. Y no porque piense que es mala, todo lo contrario, sino porque me ha dado perspectiva para cuestionar algunos supuestos equivocados.

Comentando sobre esto en un blog amigo obtuve una bonita respuesta que me apropio.

Las setas de un bosque están unidas por una malla subterránea que determina su crecimiento. Nuestra percepción de su dispersión no es otra cosa que el desconocimiento de esta malla. Del mismo modo, todas nuestras actuaciones obedecen a un patrón que puede ser que olvidemos y que seguro que vamos modificando, pero el hecho de no ser conscientes de él no nos convierte en dispersos sino que tan sólo nos hace sentir como tales.

Mañana toca trabajar (oficialmente) pero será un aterrizaje suave porque aún queda mucho agosto para ir poniendo orden y engrasando las rutinas. Puede que incluso me quede tiempo para rutear un poco más por paisajes cercanos que tengo muy olvidados. El trabajo de espeleología ha estado bien, pero siento un poco de claustrofobia.

Hay playas magníficas para disfrutar estos atardeceres dorados.

Publicación original: enPalabras

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *