Cc: ¿Se puede hacer una descripción inicial del celtiberismo?
LC: Sí, se puede describir en cierto modo. Es un producto de una España bastante encerrada y que continúa con una especie de barroquismo que produce cosas tan graciosas como aquel cartel que vi yo una vez que ponía “PROHIBIDO ATROPELLAR NIÑOS BAJO MULTA DE 50 PESETAS”.
Luis Carandell falleció en 2002, y la entrevista a la que pertenece este extracto se realizo en 2000. Durante varias décadas perfiló una imagen paralela del país que, desde una perspectiva humorística, fue sucumbiendo ante la modernidad que comenzó a abrirse paso en los años 80. Una imagen cañí o castiza que, pese a todo, fue alargando su vida al abrigo de barrios y costumbres asentadas y que, finalmente, también parece condenada a desaparecer junto a esa clientela de toda la vida que poco a poco va dejando de estar ahí.
Corretea estos días por la red una estupenda pieza breve de David Álvarez e Ivar Muñoz-Rojas en la que recogen testimonios de algunos representantes de este aire castizo en vías de extinción. Aunque en un principio parece carente de la mordacidaz de las cronicas de Carandell, prestando atención a las imágenes es fácil descubrir muchas de las claves que hace 30 años aun contrastaban con la modernidad que se abría paso.
Es un vídeo pausado, con regusto por el detalle, y que tiene el gran (y agradable) acierto de construirse sobre las propias preguntas que los propietarios tienen en sus cabezas respecto a lo que pueda ser el futuro, planteando de rebote la duda de qué fue el pasado. Con la ironía justa, con los subrayados adecuados: la imagen del aviso de edad corregido sobre la marcha no deja de ser una bonita metáfora de la existencia previa de respuestas lógicas.
Publicación original: enimaXes