Matices
Fue en medio de una conversación sin rumbo en la que tratábamos de recuperar el punto amigable en la hoja de ruta, algo que hacemos a menudo Iago, Tamara y yo cuando las inmediateces se retuercen.
Ese día, como tantos otros, el paisaje de pequeños obstáculos se mostraba tan caótico que parecía llevarnos a ninguna parte pero, a medida que el cansancio y el desconcierto se fueron disipando pudimos comprobar, una vez más, que esas paradas son necesarias para recalcular la distancia entre dos pasos. Y entonces las palabras salieron solas:
Estamos haciéndolo posible
Cuando las ideas se oxigenan las palabras pierden su rigidez y aparecen los matices porque, «haciéndolo posible» no es lo mismo que «haciendo lo posible». En el primer caso lo posible se hace real mientras que el segundo suena a escusa.
Haciéndolo posible = consiguiendo que exista
Haciendo lo posible = lo intentamos, pero no hay manera
A menudo confundimos lo posible con lo habitual, de la misma forma que invocamos a la retórica de la creatividad en lugar de atrevernos con el ensayo y error. Como comentaba hace poco en casa de Paulino, me gusta lo concreto como punto de partida para después poder soñar y cuestionar, seguir procesos de razonamiento al margen, atreverse y… ¡trabajar las ideas y su aplicación! Trabajo, interés y dedicación siguen siendo palabras mágicas.
También suele ocurrir que cuando te enfrascas en un proyecto ambicioso, el aprendizaje es tan intenso que las palabras se atropellan en su intento de entender. Eso es lo que nos está ocurriendo ahora con el Proyecto Máscaras. Tras tres años intensos, largos, dolorosamente lentos, empezamos a darnos cuenta de que lo que ahora nos bloquea de vez en cuando no es otra cosa que el vértigo de los caminos haciéndose visibles. Porque el auténtico resorte de la ilusión reside en la posibilidad, a la que se llega aprendiendo a considerar cada fase como un nuevo inicio.
Como apuntaba Bianka, la creatividad es un fenómeno sistémico en el que las ideas necesitan pasar por la evaluación social para saber si son valiosas pero, por otro lado, si los modelos de negocio no son sostenibles, no hay forma de llegar a esa imprescindible evaluación social. Una fascinante encrucijada que sólo es posible afrontar si se interpreta como reto. Mi visión particular es que no se trata de buscar las rendijas sino de ir sumando esfuerzos para empujar tendencias. Es decir, si se quiere hacer cosas diferentes es necesario reservar una parte del esfuerzo creativo para afrontar ese reto.
Con toda las reservas que exigen los tiempos, y la prudencia de lo mucho que nos falta por recorrer, también es necesario reflexionar sobre los pequeños éxitos para que todo tenga sentido. Consciente del titánico esfuerzo de lo que falta y de las altas dosis de orden que necesitamos para que el relato ponga en valor la totalidad del proyecto, no podía dejar de anotar la felicidad y los aplausos compartidos de nuestro Pase privado de lujo en el que los protagonistas de Máscaras se vieron por primera vez en la gran pantalla acompañados por un público selecto.
Ocupados en esos caminos que se abren, en las nuevas estrategias por dibujar, nos falta tiempo para contar porque el relato se va ramificando ajeno a nuestro control. Porque ese es el poder de las redes, las de verdad, en las que cada persona hace suya la experiencia y se convierte en nodo. Nos hubiera gustado poder recoger todo lo que se decía en el coloquio, que se prologó en el tiempo y en los espacios, pero no era fácil porque desde su «sencillez» Máscaras incita sonreír, a conversar, a ponerse «manos a la obra». ..
Un momento único para todos, una experiencia inolvidable para el selecto público asistente que vio compensado su esfuerzo para estar allí un viernes a las ocho de la tarde. Por nuestra parte, la satisfacción de comprobar que la realidad supera a lo imaginado: Máscaras es un éxito compartido, sólo nos falta rentabilizarlo, que no es poco.
Teniendo en cuenta que mantuvimos la más absoluta reserva sobre la película, el poder comprobar en directo la reacción durante la proyección, el calor de la sala, la sorpresa… es un lujo que nos da fuerza para continuar. Ya no es algo que tengo que contar yo, para eso están las palabras del Presidente de la Xunta, de Pancho Casal, de Juan Granados, de Miguel Ángel Fernández, de Jorge Cebreiros, de Frankie Gomez, de Zaza Ceballos, de Carlos Martínez…
Pero este no es el relato oficial, tan sólo el inicio de mi reflexión personal para empezar a entender-me en esa dualidad, que me acompaña y me caracteriza, y que tantas veces me lleva a encrucijadas en las que emoción y acción parecen indicar caminos excluyentes. Y compruebo, una vez más, que siempre hago las elecciones más difíciles, que así soy y así somos como equipo. Que creemos firmemente que «siempre se puede» y que nos gusta «hacer grande lo pequeño».
Pero esta vez hay algo más. A la fragmentación que sólo los años van dando sentido al permitirme unir los puntos hacia atrás se une un orgullo especial, el de madre. Y resulta que entre todos los roles que voy asumiendo, aún no sé cómo comportarme como jefa, compañera y madre del director.
Publicación original y fotografías del acto: enPalabras
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