El concepto de inteligencias múltiples asoma ya en muchos discursos sin embargo seguimos empeñados en los viejos modelos y procedimientos de la era industrial. Queda mucho camino para un cambio de paradigma.

Teniendo en cuenta que el propio Gardner define la inteligencia como «la «capacidad de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas«, parece que más que utilizar las tipologías que describe a modo de tabla de reconocimiento y/o validadación, se trata de localizar y reforzar el eslabón más débil para que la cadena vaya cogiendo fuerza. Entonces… ¿por dónde empezamos?

Si alguna evidencia nos muestra la crisis del sistema es que la rigidez conceptual, y la obsesión por las clasificaciones estáticas, nos ha llevado a una ficticia sectorización de la economía, y a una colectivización estandarizada de las personas que no funciona: parados, jóvenes, mayores, mujeres, empresarios… Y si en algo se traduce es en el inútil empeño en seguir buscando entre los restos de la fiesta peleándonos por los despojos

Así como se dice que hay entrenadores que leen bien los partidos, la RSE presupone leer bien el partido social. Porque se puede cambiar el lenguaje y llevar a cabo nuevas prácticas (que sin duda muy a menudo son mejores que las viejas) sin leer bien el partido.

Aunque creamos lo contrario, como sociedad no estamos siendo demasiado innovadores porque la ansiedad de la abundancia nos lleva a generar nuevas escaseces a modo de límites autoimpuestos: si antes era el «no poder llegar a», parece que lo que ahora nos limita es el estrés por «no dar llegado a todo».

Y ahí la paradoja de este mundo de la inmediatez interconectada cuyas posibilidades apenas empezamos a explorar y en el que, sin duda, el eslabón más débil está en la inteligencia interpersonal. Todo empieza y termina en las personas pero en contextos difíciles y tiempos de incertidumbre es todavía más importante recordar que para ver cosas nuevas hay que hacer cosas nuevas.

El discurso de las tres «E» (excelencia-ética-estimulación) se utiliza en muchos ámbitos «profesionales», pero nunca nos ha parecido tan humano y posible como cuando se lo escuchamos a Javier Tamarit. Aunque ya habíamos compartido aquí las notas de Tamara y su deliciosa conversación con el director de Máscaras, nada mejor que escuchar su conferencia. Porque no se trata de la emergencia de nuevos roles sociales y prácticas en «recursos humanos», no de hacer cosas «para las personas» SINO con las personas.

Estamos rodeados de servicios de inercia y para cambiar la tendencia es necesario aprender que las piezas del puzzle no van apareciendo en el orden que desearíamos, sino en el que el conocimiento asimilado nos va permitiendo o, incluso, imponiendo. Merece la pena escucharle.

Entrada original: Proxecto Máscaras

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