La vida tiene su particular forma de ironizar sobre lo que hacemos y lo que queremos, como le toca comprobar al director de Máscaras y de Calcetin(e)s que, acostumbrado a dirigir y narrar tras las cámaras, se ha convertido en su principal objetivo. Es lo que tiene hacer cosas diferentes, que se convierten en un nuevo punto de partida.
Juan Granados ya lo advirtió en el Pase Especial del 8 de junio tras quedar enamorado de los valores humanos y los valores educativos: “Desde luego estoy intentando convencerlos para que me proporcionen material para poderlo difundir en la revista de la Consellería, para eso estamos aquí precisamente”.
Pero lo grande del Proyecto Máscaras es que crece con cada mirada y con la reflexión que va generando en el tiempo. Que no se puede encorsetar porque su riqueza está en la naturalidad en la que se van tejiendo las historias en torno a las conversaciones, como ocurrió en la película. Por eso el interés educativo desde el entorno institucional también merecía ese tiempo de tranquilidad que comentaba Javier Tamarit:
Todo es tan rápido que lo importante no arraiga. No sé dónde queda el tiempo de la tranquilidad para la reflexión, la tranquilidad de la convivencia con independencia de las diferencias y la diversidad.
La entrevista está recién publicada en la web de la consellería pero fue grabada antes de navidad. Como dato anecdótico decir que, en paralelo a esta reflexión más intelectualizada de los conversadores, el corto empezaba a reclamar independencia y recorrido propio: una pieza del puzzle pedía ser recolocada. Ahora Calcetin(e)s tiene su espacio porque quieren ser, son, actores EN la vida pública.
Pero esto es merece reflexión aparte, ahora simplemente dejar registro de algunas anotaciones que nos están ayudando a dibujar caminos que tan sólo intuíamos. Por cierto, que en su faceta de investigador y escritor, Juan acaba de publicar un libro sobre el Napoleón más íntimo.
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Algunos subrayados sobre la conversación
Enamorado de los actores y de su talento, a Juan le interesaban especialmente tres aspectos: la integración por la naturalidad, el potencial educativo como metodología y la ausencia de moralina. Además de la calidad artística, claro.
J.G.: Miguel, que para mí es claramente un nuevo Buster Keaton… un individuo que con los ojos lo dice absolutamente todo… parece que está perdonando la vida con la mirada. Y Manolo, a mí me gustaba especialmente el nivel de implicación que tenía. Me da la sensación de que estas personas no son las mismas antes, que era a donde yo quería llegar desde el punto de vista educativo, que después del Proyecto. Es decir, cuando vieron la utilidad de las cosas que hacen se mostraron tremendamente creativos, porque tanto Miguel como Manolo eran tremendamente creativos, con las trampas entre ellos incluidas.
J.G.: (…) demuestra que hay una evidente mejora de la autoestima de las personas que trabajan y aprenden a conocerse mejor, a trabajar mejor, a interactuar con la gente mal llamada “normal”. En ese sentido, pienso que es el camino que seguramente a los lectores de la Revista Galega do Ensino les gustaría ver, cómo experiencias de este tipo pueden ayudar a lo que llamamos, con palabras muy grandilocuentes a veces, “integración”. Veías allí más bien una suma de capacidades que realmente una película sobre discapacidad. ¡Esa es la grandeza del proyecto!
I.G.: El primer enfrentamiento entre diferentes capacidades surge en el propio equipo que está en la película, en el propio grupo de trabajo, tanto los que están delante de las cámaras como los que están detrás. Entonces yo creo, francamente lo creo, que eso se contagia luego a lo que sale en la película. Las primeras jornadas de grabación digamos que aún existía un cierto paternalismo por parte de los que estaban tras las cámaras, pero eso va desapareciendo, Entonces los propios protas de la película lo perciben y ya se van descolgando de los clichés que ellos mismos pueden manejar en un momento dado para defender “su posición”. Pero era un tema muy complejo, yo tampoco pedía pretender aquí reinventar la pólvora ni nada por el estilo.
J.G.: Yo no sé si estaba muy trabajado pero antes pero no lo percibo. Quiero decir que ese camino de integración por la naturalidad, por la libertad de acción, a mí me parece que es un éxito extraordinario y tal vez se puede llegar a que ese tipo de experiencias se pudieran hacer, a pequeña escala, en los centros educativos de Galicia, y que los maestros se pudiesen implicar en este tipo de cuestiones. El camino a la integración sería mucho más sencillo.
J.G.: Porque a base de la naturalidad, de dar responsabilidad a quien nunca la tuvo… Me parece que es un éxito de la película y, de hecho, al final me hacia mucha gracia porque tanto Miguel como Manolo iban “sobrados”. Se ve como al principio decían “en fin, ¿que hago aquí?”, pedían permiso, eran como niños… y al final eran unos tipos grandísimos.
Entrada original: Proxecto Máscaras
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