Permanentemente alarmados

Si el mundo no se acaba, siempre estamos  “entreepoca” pero, en nuestra humana y arrogante percepción, tendemos a considerar el presente como infinito mientras fantaseamos sobre un futuro que, probablemente, será de cualquier otra manera.

EntreepocaEl letrero de la foto atraviesa la puerta de una abarrotada tienda de “antigüedades” situada en un barrio. Por lo que se intuye desde fuera, parece haber más valor nostálgico que real, pero aplicando el lema de la puerta, se me antoja la analogía perfecta a este presente (des)informativo en el que el dato útil, la pista, el eslabón de tanta incertidumbre, no están entre lo reconocido y empaquetado sino en el des-orden del bazar.

Las empresas con las que trabajo compran y venden en distintas partes del mundo y tras un primer estado de parálisis cuando arreció aquí la crisis, alguna incluso bordeando el abismo, han empezado a reaccionar. Primero tímidamente, intentando retomar proyectos que hace nada eran innovadores  y que podrían seguirlo siendo de no ser porque… las necesidades son otras. Es decir, la mirada hacia el contexto ha de ser mucho más abierta.

Las alarmas son necesarias, pero en los sitios adecuados porque

Dirigidos y permanentemente alarmados, desviada la atención sobre los asuntos cruciales, los humanos contribuimos de forma entusiasta a la misión de asustarnos y obedecer.

Pero los cambios no son fáciles hasta que resultan naturales. Cuando hace quince años les explicaba el doble y tramposo significado de la expresión “atención al cliente”, la conversación tendía a un rápido final en medio de la exhibición de procesos y procedimientos. Ahora, que hay prisa por encontrar soluciones, en los análisis ya se cuelan las rebajas en el presupuesto de defensa de EEUU y su desequilibrio en el Pacífico, la nueva colección de chalecos para niños del Armani de la ropa antibalas, o los cambios que están sucediendo en el tráfico marítimo mundial.

La mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos no es de ahora, tiene causas y consecuencias (también para los mercados y relaciones locales) que si bien no podemos evitar siempre es mejor conocer para ahorrar inútiles esfuerzos y ensayar nueva rutas.

La gente cree que las soluciones provienen de su capacidad de estudiar sensatamente la realidad discernible. En realidad, el mundo ya no funciona así. Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras tú estás estudiando esa realidad, actuaremos de nuevo, creando otras realidades que también puedes estudiar. Somos los actores de la historia, y a vosotros, todos vosotros, sólo os queda estudiar lo que hacemos. Karl Rove, asesor de George W. Bush, verano de 2002

Los titulares no son suficientes, y menos para saber la relación que tiene con nuestros intereses lo que esconden o deforman. Porque tras el titular hay importantes cambios que necesitan perspectiva pero también sucede que es la noticia la que da pie a un nuevo mercado. Porque, ¿quien va a comprar esos chalecos antibalas para niños? Pues probablemente hay un lucrativo mercado en esa lista de multimillonarios, que no deja de crecer y distanciarse cualitativamente de esa inmensa mayoría que intenta(mos) sobrevivir entre deformadas percepciones.

Aunque según la RAE la primera acepción de época es la “fecha de un suceso desde el cual se empiezan a contar los años”, mejor ser conscientes de la segunda porque hay mucho que reflexionar para compensar la falta de perspectiva inherente al hecho de estar protagonizando nuestra historia y la Historia.

Resulta muy ilustrativo este vídeo sobre la percepción y la realidad del “sueño americano”

Publicación original: enPalabras

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