(i)RSC

Las personas no somos radicalmente buenas o malas, al menos la mayor parte, de ahí la complegidad de los muchos problemas que nos asaltan. Por eso, intentar re-crearse en el imaginario de los “simple” es un recurso tan cómodo como inútil pero, sobre todo, un indicador del grado de inmadurez, personal y social, que no nos gusta reconocer.

A Coruña-20130406-02504El empeño en reemplazar la esperanza por las expectativas  y en comprimir al futuro en burbujas sólo puede tener un final previsible: explotan. El forzado maniqueísmo del discurso sobre la (i)Responsabilidad Social Corporativa (sea en valores intencionadamente abstractos o en el ámbito de los RRHH) está muy repartido porque no hay una línea divisoria clara en la cadena de decisiones. Aquello de “por acción o por omisión” nos hace a todos responsables del sistema.

Lo primero siempre es comprender el problema aunque tener una perspectiva de medio y largo plazo no nos libra de dar la batalla hoy.

Y hoy, en cada dificultad de la industria local, en cada reto de los que se enfrentan por mantener el tejido productivo y los puestos de trabajo en pie aparece de nuevo la crisis de las escalas… y hemos de aprender de ello.

Las empresas nacen vinculadas a un entorno social con el que interactúan, una relación de mutuo control y beneficio que desaparece cuando crecen. Es el problema de las escalas que vuelve irresponsables a las empresas y sus gestores.

La escala independiza a los gestores del control social del entorno, el control de la eficiencia por los mercados y el control de la gestión por las instituciones de gobierno corporativo. La escala hace irresponsables a las organizaciones y sus dirigentes.

El boicot (cuando las empresas ya han crecido) empieza como una respuesta silenciosa, luego se hace explícita. El consumo en los entornos afectados cae hasta un 30%. Pero da igual, el entorno ya no influye. La escala ha hecho a los gestores independientes de la aprobación social en las zonas productoras.

(…) Como todo en Economía de las Organizaciones, la clave son los incentivos. Así que la cuestión es obvia: si nos preocupa de verdad la responsabilidad social corporativa y sabemos que los actuales incentivos apuntan en realidad a la irresponsabilidad… ¿qué podría cambiarlos?

La recreación de Margin Call no es pasado sino una pauta en la que todos participamos. Y que parece que no queremos abandonar.

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