Más allá de los  Bet Seller

rogerMeEn 1989 Michael Moore dirigía Roger & Me, película en la que planteaba la quijotesca situación de buscar al máximo representante de General Motors para preguntarle el por qué de la decisión de cerrar las plantas de trabajo de su ciudad natal, Flint (EEUU, Michigan) llevándola así a la ruina cuando la compañía seguía generando beneficios. En este trabajo, Moore reflejaba sobre todo la figura del “trabajador empleado”, aquel que puede sufrir los rigores del mercado, al tiempo que poco puede hacer por su futuro aun disfrutando de “cierta tranquilidad cuando nada va mal».

Reflejar al trabajador como un simple empleado es la constante del cine, de ficción o de no-ficción cuando refleja la problemática social relativa a la ocupación laboral. Antes y después de Roger & Me hubo otros títulos que abordaron esta visión, al tiempo que la otra parte de la población, aquella que condiciona sus vidas en torno al esfuerzo que supone mantener un negocio propio, solamente aparece reflejada como parte secundaria cuando ha de remarcarse la bonanza o la desgracia de un contexto.

El mundo empresarial parece (y aparece) despojado de cualquier tipo de épica, aunque cada cierto tiempo se cuelen en la lista de best-seller títulos que reflejan la capacidad de salir adelante de personas que finalmente terminaron triunfando por todo lo alto. En el camino se quedan los episodios intermedios, las vidas anónimas que no solo deben afrontar cada día el atender con esmero a sus clientes para fidelizar, sino que deben compaginar un modelo social condicionado a los horarios de terceros por propio interés, agudizando el ingenio para captar la atención y llegando, en ocasiones, a sacrificar su desarrollo personal para poderse amoldar a los ritmos vitales para optimizar un fin único: alargar y/o mejorar la vida de su negocio para que la suya propia sea lo mejor posible.

CallejeandoEl pequeño y mediano empresariado representa, en cierto, modo, la figura del héroe anónimo de la sociedad actual, el que pasa desapercibido al tiempo que es capaz de mantener un orden que supera los márgenes de la política o la macroeconomía. Es, en cierto modo, el reflejo en la sociedad humana del papel de las abejas en la naturaleza, pues cuando estas desaparecen significa que se esta produciendo un cambio estructural que no puede traer consigo nada bueno… En este momento, tras años de crisis económica, el cierre de negocios ha puesto de relieve el alcance de esta comparativa al desnudarse las calles de la presencia de negocios o, simplemente, de trasiego humano. Es un momento en el que la población debería detenerse para considerar el apoyo silencioso que en épocas mas benignas proporciona el mero hecho de ver un local abierto y acondicionado.

Sin embargo, cualquier análisis de crisis económicas y sociales ha pasado siempre de puntillas sobre esta cuestión, considerada “coyuntural”, deteniéndose única y exclusivamente en factores que, en el caso de Michael Moore, sirvieron para otorgar realidad a su película: aquellos que se reflejan en balances de cuentas con cifras imposibles y los que otorgan voz a los despidos en masa. Sin restar valor a estos dos puntos, lo que queda, ese desmantelamiento de los núcleos poblacionales, es la eterna evolución social que marca la diferencia entre supervivientes y derrotados pero que, además, da pie a la existencia de otro fenómeno: las resurrecciones.

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