esa gran glándula imaginaria: la curiosidad

El Debate en torno a la educación se fragmenta desde tal variedad de criterios y perspectivas que resultan prácticamente inabarcables, bien sea por disparidad de opiniones o factores directos como las diferencias geográficas. Pero lo realmente importante es lo complicado que resulta amoldarse al ritmo de las necesidades de un mundo global cambiante. Solo en la utilización de un parámetro parecen confluir todos los puntos de vista: las comparativas.

Pero en este tipo de artículos las argumentaciones tienden a convertirse en peonzas, y solo de vez en cuando se rescatan conceptos que se salen de las pautas, como en este caso: El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, ludotecas, cines…)

curiosidadQue la cultura no forme parte de esa estructura a la que se asocia el éxito finlandés es un problema. O mejor dicho, varios: no se consume, no se crea y, sobre todo, no se genera una introducción en edades tempranas a la asimilación de diferentes lenguajes narrativos. En este último punto vuelve a ser importante el concepto: para todos los públicos.

La complejidad de las historias reside básicamente en la incapacidad para asimilar la manera en que se cuentan, en comprender sus códigos, y esto es algo que en realidad se dará en todas las épocas de la vida: la alfabetización digital en la tercera edad sería un buen ejemplo en el extremo contrario. La diferencia, el problema, está en que en el contexto de las edades tempranas en los últimos años se ha hecho menguar la importancia de esa gran glándula imaginaria: la curiosidad.

Extracto de Era para todos los públicos

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