dos décadas investigando

Close-up detail shows Michelangelo's statue of David at the Accademia museum in FlorenceLa mirada es, tal vez, el auténtico principio de toda relación netamente subjetiva con el entorno que nos rodea: la selección natural entendida, en el caso del ser humano, como la sublimación de haber echado un vistazo.

Un estudio de la universidad de Wisconsin asegura que la belleza es un activo en el mundo ejecutivo. En el resumen que realizan en Russia Today destacan una serie de apuntes:

  • Los directivos guapos no solo ganan más dinero, sino que benefician más a sus empresas.
  • Un tercio de los hombres atractivos ganan un 4% más que los hombres de inteligencia similar pero de aspecto común, mientras que los más feos ganan un 13% menos.
  • Las empresas que están dispuestas a pagar por eso un dinero extra.

Todo esto, y más, «según Daniel Hamermesh, un economista que pasó dos décadas investigando».

Resulta complicado entrar a cuestionar la necesidad de semejante estudio cuando la realidad misma se lleva afanando desde hace siglos por elevar el canon de la belleza como un poderoso indicador de éxito. La sociedad actual simplemente se ha servido de la inmediatez para subrayar la cuestionable importancia de este factor a la hora de representar ideales o empresas, o directamente países, como sucedió en el debate Nixon Vs. Kennedy.

Tal vez la única conclusión sea que tardamos en echarnos a temblar si aún resulta necesario que nos expliquen lo evidente. Y lo que es peor: que pueda servir para justificarlo.

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