El tablero de juego
La capacidad de conectarnos y formar redes distribuidas está logrando que la desintermediación se constituya en el auténtico factor disruptivo que afecta directamente a la línea de flotación del sistema: la trasformación de los modelos de negocio. Sin embargo…
Si bien la economía de lo pequeño es la esperanza, el juego de gigantes sigue estando en la colonización del territorio y la distribución. Porque, en el fondo, más allá de argumentaciones éticas o estéticas, no hay grandes diferencias conceptuales entre la expansión de las tiendas de Inditex o la creciente implantación de las cafeterías Starbucks.
Cierto que Internet ha hecho posible la actual revolución en los hábitos de viaje y consumo, pero incluso el indudable atractivo de las plataformas colaborativas que lo hacen posible podría ser el prototipado de posibles probables nuevos modelos de especulación. Porque en el fondo, las cosas son tal cual este cartel que circulaba estos días por la red.
Ni pesimismo… ni miopía
No es cuestión de ceder al desencanto o a la frustración, pero tampoco conviene perder de vista el largo proceso que acompaña a los cambios a gran escala. El poder sigue teniendo los recursos y sus mecanismos pero además, a su gran capacidad para absorber y mimetizarse hay que añadir el veneno que se extiende por las cañerías del sistema. Y utilizando las mismas reglas de mercado que queremos considerar obsoletas.
Así describe Roberto Saviano en su reciente libro CeroCeroCero, que es como se denomina a la cocaína de máxima pureza, la evolución y posicionamiento de México como paradigma del narcoestado: base industrial, territorial y económica
Los colombianos tenían la costumbre de pagar por cada cargamento en efectivo. Medellín pagaba y los mexicanos hacían el transporte a Estados Unidos a cambio de pesos. Luego de dólares. Sin embargo, al cabo de un tiempo el Padrino (Félix Gallardo) intuyó que el dinero podía devaluarse y que la cocaína resultaba más conveniente: distribuirla directamente en el mercado norteamericano sería un gran golpe. Cuando el cártel colombiano empezó a encargar más cargamentos, el Padrino quiso que le pagaran en mercancía. Escobar aceptó, hasta le pareció conveniente. Y en cualquier caso no podía hacer otra cosa que aceptar. Si el cargamento era fácil de transportar y se podía esconder en los camiones o en los trenes, el treinta y cinco por ciento de la coca iba a parar a los mexicanos. Si el cargamento era complicado y había que pasar por las galerías subterráneas, los mexicanos se quedaban con el cincuenta por ciento.
Aquellas rutas impracticables, aquellas fronteras, aquellos tres mil kilómetros de México suturados a Estados Unidos, se convirtieron en el mayor recurso del Padrino. Los mexicanos se convirtieron en verdaderos distribuidores y no sólo en transportistas. Ahora la coca se la venderían ellos a los capos, a los jefes de la zona, a los camellos, a las organizaciones estadounidenses. No estaban sólo los colombianos. Ahora también los mexicanos podían aspirar a sentarse en la mesa del negocio. Y a partir de allí mucho más. Infinitamente más.
Funciona así hasta en las grandes empresas: a menudo el distribuidor se convierte en el mayor competidor del productor, y los ingresos de la actividad derivada superan a los de la casa madre.
Y la ciudadanía en el medio, colaborando desde el falso lujo con las nuevas formas de esclavitud.
A través de la distribución conquistan el territorio donde se comercializa. Un Risk de dimensiones planetarias. Por una parte, los territorios de producción que se convierten en feudos donde ya no crece nada más que pobreza y violencia, territorios que los grupos mafiosos mantienen bajo control prodigando caridades y limosnas que hacen pasar por derechos. No debe haber desarrollo. Sólo prebendas. Si alguien quiere redimirse no tiene que reclamar para sí derechos, sino riqueza. Una riqueza que hay que saber tomar. De ese modo se perpetúa un único modelo de éxito del que la violencia es sólo vehículo e instrumento. Lo que se impone es poder producido y entretejido de pureza, como la propia cocaína.
Por otra parte, países y naciones donde colocar en el centro del mapa las propias banderolas. Italia: presentes. Inglaterra: presentes. Rusia: presentes. China: presentes. En todas partes. Para las familias más fuertes, la coca funciona con la facilidad de un cajero automático. ¿Hay que comprar un centro comercial? Importas coca y al cabo de un mes tienes el dinero para cerrar la transacción. ¿Has de influir en campañas electorales? Importas coca y en cuestión de pocas semanas estás listo. La cocaína es la respuesta universal a la necesidad de liquidez. La economía de la coca crece desmesuradamente y llega a todas partes.
Publicación original: enPalabras