una sociedad de creyentes
Construimos conversando hacia dentro, pero el tránsito hacia la reflexión viene del descubrimiento tras dejar que nuestros pensamientos se reflejen en el universo que nos rodea. Y en esa capacidad transgresora encontramos la libertad para pensar los límites. Y para poder olvidarlos.
Se dice que la supervivencia no depende de ser más fuerte sino de la capacidad de adaptación pero, si “lo único constante es el cambio”, ¿a qué tipo de adaptación nos estamos refiriendo? Más interesados en lo que sabemos que en lo que no sabemos seguimos siendo una sociedad de creyentes: puro síntoma de conformismo adaptativo en este afán por las respuestas.
La afirmación de que los entornos de baja incertidumbre son cosa del pasado no es sino la constatación de hasta que punto nos hemos dejado capturar por las reglas del mercado (que no la economía de mercado). Si de verdad queremos considerar la humanidad de nuestras vidas, la pretensión de objetividad es, tal vez, la más inútil de las utopías.
La frontera, esa en la que habitábamos algunos (auto)proscritos, se está convirtiendo en un lugar muy concurrido, demasiado colonizado. Esperemos que pronto se asiente algún nuevo paradigma para que el infinito recupere ese espacio en el que poder seguir indagando en las preguntas.
Publicación original: enPalabras