La humildad de las herramientas

En casi todas las organizaciones con las que trabajo están al día en infraestructura informática y herramientas de software. Y no porque sean empresas tecnológicas (solo dos lo son) sino porque son conscientes de la importancia del flujo de información así que, en muchos casos, también favorecen el uso de herramientas colaborativas. Sin embargo...

2015-05-04 14.55.54Al margen de los (potentes) sistemas que tienen implantados mis clientes, suelo elaborar mis propias bases de datos, una por proyecto, porque el hecho de diseñarlas me “obliga” a tener en cuenta los datos reales que puedo necesitar y dónde encontrarlos. Y utilizo la palabra dato en un sentido amplio que puede referirse tanto a una dirección, un excel, una referencia legislativa o una reflexión de interés, por poner algunos ejemplos. Lo importante es trabajar los criterios de búsqueda a los que habrá que recurrir para establecer las conexiones adecuadas durante el desarrollo de los proyectos.

Cuando estamos en la fase de diseño suelen decirme que pienso en modo «base de datos», pero es lo que luego facilita el poder anticiparse a necesidades futuras (¿qué puedo necesitar saber?) o, en cualquier momento, re-construir el relato (¿qué ocurrió? ¿cuándo? ¿por qué?) para reconducir, subsanar o aprovechar nuevas oportunidades que surgen durante su desarrollo. Yo trabajo desde hace años con FileMaker, que me permite elaborar y modificar lo que necesito. Es una de las primeras herramientas que enseño a utilizar a las personas que trabajan conmigo.

Pero este año es para mí el de experimentar con las wikis. Aunque ya hace un tiempo que las venía incorporado en algunos proyectos, me ha dado por utilizarlas con mis propias necesidades descubriendo, sin proponérmelo, interesantes ámbitos de aplicación. Impagable la expresión de mi abogado cuando se encontró todo documentado, incluso los vídeos de las declaraciones y los mapas mentales. Y a un simple click. Un nicho de mercado en el que no había pensado y que se abre sin buscarlo… A veces pasa.

Tras años de insistencia sobre la necesidad de metodología en el uso de la información y de talleres de desarrollo de habilidades informacionales, disfruto comprobando, una vez más, la potencia de transformación de lo que se aprende haciendo.

Lo que no he conseguido saber (ni me importa demasiado) es si esta mayor receptividad a la necesidad de organización se debe a una tendencia que va calando por la sobredosis de imputs que nos acosan o a las exigencias del estado de la situación.

Aunque también podría ser contagio de mi actual «obsesión» por sistematizar para poder seguir avanzando, tengo la sensación de que en torno a esta saturación de oferta de herramientas se está generando una especie de “sordera” que produce justamente el efecto contrario. Yo lo llamo “pasión por la hoja en blanco”, mi auténtico talismán cuando trabajo la información porque lo primero que necesito es poder responder a dos preguntas simples: qué y para qué.

Publicación original: enPalabras

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