Sin la curiosidad no nos movemos pero, para avanzar, hay que pararse a construir. Pero de eso hay (demasiado) poco porque «parece que es más fácil desear las cosas que quererlas» como dice Benjamín Prado en esta cita tan citable que rescata Manuel Calvillo:
¿Cuánto vale lo que no nos cuesta nada? ¿Qué importancia le damos a las cosas que logramos sin ningún esfuerzo?
En estos tiempos líquidos en los que si tienes 10 minutos y un ordenador puedes conseguir casi cualquier cosa sin ir a buscarla a ninguna parte, porque basta con pulsar dos teclas para que Internet te ponga en la mano el disco, la noticia o la imagen que estuvieras buscando, parece que es más fácil desear las cosas que quererlas y que a fuerza de acumular titulares, citas y resúmenes nos arriesgamos a sustituir el conocimiento por la simple curiosidad, que es un buen punto de partida, pero un mal destino»