El mundo se rige por estándares. Los seres humanos necesitamos medidas que nos sirvan para equiparar realidades. (…) Así, la “otra” lógica debería ganar peso con el paso del tiempo: el mundo de hoy necesita actualizar sus fórmulas de certificación. ¿Cómo mostrar al mundo una serie de competencias reconocidas? (Julen Iturbe).
Cuando todo funciona, la proyección de la mirada tiende a un ficticio infinito que intuimos en una única dirección y sentido, convencidos como estamos que lo correcto es mirar “hacia delante”. Por eso, cómodos en lo seguro y predispuestos a rendirnos a lo excepcional, se nos olvida que hay mucha vida en las excepciones.
Y por eso también, inmersos en el orden aparente, cuesta frenar en seco y evaluar los desajustes. Sin embargo, es el paso imprescindible para volver a la media distancia que permite observar y analizar. Sólo entonces nos percatamos de que las excepciones no eran efectos colaterales del bien común o anécdotas que confirmaban la “normalidad”.
Los paradigmas son hitos de aceptación, de estandarización. Lo realmente importante es el proceso intermedio, que no es lineal, puesto que las relaciones causa-efecto pueden ser, son, muy variadas.