En uno de esos escasos destellos de autocrítica que se dan a veces (pocas) en los medios de comunicación dominantes, y sólo cuando la metedura de pata es muy sangrante, la conductora de un conocido programa de radio, a modo de disculpa entonó una especie de mantra:

La nueva medida del tiempo es el instante

Y esto ya dio pie para deslizar la tertulia mañanera hacia el debate sobre la «necesidad de inmediatez comunicativa y opinable». Es decir, el meta debate del debate y de la estupidez.

Cada vez se echa más en falta la humildad y la voluntad de mantener la honestidad intelectual para saber si lo que vamos a decir aporta algo. Pero es que lleva tiempo formar opinión, y el silencio, necesario para la reflexión, no vende.

Y parece que cada vez se entiende menos que mientras aportamos ruido, nos dejamos cosas importantes por el camino. Porque al final no es sólo el tiempo que se nos escurre sino que, como decía Juan Urrutia:

¿De dónde saco el tiempo? Eso será fácil. Lo difícil es saber en dónde puedo encontrar el talento perdido.


Publicación original: enPalabras

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