Si (no) lo veo, (no) lo creo

Estacada significa «Obra hecha de estacas clavadas en la tierra para defensa, o para atajar un paso».

Y estacar es un verbo cuya conjugación parece que aceptamos sin cuestionar, aunque implique asfixiarnos en un callejón sin salida. Parece mentira que olvidemos que las estacas no son inamovibles.

Mientras nos re-creamos en decisiones que se basan en ilusiones y falsas memorias, el espacio se va haciendo tan estrecho que las visitas ya ni miran. Y no debe extrañaros, se lo ponemos fácil:

¿somos miembros pasivos como si fuéramos simples consumidores adolescentes y malcriados o miembros activos y responsables?

¿Realmente estamos comprometidos, preocupados y ocupados con el destino de la comunidad o lo que queremos es ir tirando o que venga alguien que nos resuelva los problemas?

¿Queremos engendrar y transformar la realidad o preferimos quedarnos en el baño maría del ciudadano-cliente que sólo aspira a que le satisfagan sus intereses?

Este virus de lo difuso (que por cierto rima con obtuso), se contagia rápido y ya se sabe, en tiempos de crisis, todo se justifica. Pero la ilusión se construye, lo ilusorio cansa. Porque de tanto hacer de tripas corazón, la digestión terminará por hacerse imposible. Cada cosa para lo que es.

Y menos demagogia, simplifiquemos.

Publicación original: enPalabras

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