La objetividad no existe

PalabrasLas palabras son un instrumento poderoso pero pierden su esencia si en la búsqueda de precisión recurrimos a etiquetados y formalidades de laboratorio.

La “realidad” tiene múltiples relatos por eso, desde el mismo momento en que te planteas la necesidad de “contar”, estás formando parte del proceso para construir una nueva realidad.

Tampoco se puede objetivar “el conocimiento”, tan sólo detectar sus hitos dentro del proceso en que se genera porque, aunque a todos nos respalda la (propia) experiencia, el conocimiento surge cuando aprendemos a generalizar las preguntas, no las afirmaciones.

Y continuando con esta inmersión en la estela de la duda, cabe también cuestionar si es posible, y qué aporta, el relato de lo colectivo ya que «el entorno actúa como un alambique a través del cual depuramos y destilamos aquello que, al final, acabamos sabiendo».

El carácter social de la memoria

Cualquier recuerdo, aunque sea muy personal, existe en relación con un conjunto de nociones que nos dominan más que otras, con personas, grupos, lugares, fechas, palabras y formas de lenguaje, incluso con razonamientos e ideas, es decir, con la vida material y moral de las sociedades de las que hemos formado parte. (Maurice Halbwachs)

Nuestra memoria es social porque no hay construcción humana en la soledad. Los recuerdos surgen de las ideas y percepciones que tenemos en un tiempo que denominamos «presente», un concepto tan subjetivo como aleatorio ya que las horas y el calendario no son sino mera referencia a los acontecimientos y vivencias que lo dividen, pero no lo llenan jamás. El tiempo, y por tanto la memoria que lo evoca, no es sino una red de niveles de narración que puede, y suele, incluir diferentes procesos interindividuales, de grupo y dinámicas sociales.

En el desarrollo continuo de la memoria colectiva, no hay líneas de separación netamente trazadas como en la historia, sino más bien límites irregulares e inciertos. Pero, además, la existencia de diferentes grupos en el seno de las sociedades da lugar a diversas Memorias colectivas, mientras que la Historia pretende presentarse como la memoria universal del género humano. (Maurice Halbwachs)

El marco social de la memoria es un aliciente para la investigación y el aprendizaje, pero esta riqueza se pierde ante la «pretenciosa objetividad» de la Historia, cuya rigidez no tiene un significado real para ninguno de los grupos que han sido actores de los acontecimientos. La memoria colectiva es un conjunto de relatos intemporales que desarrolla el recuerdo de lo que todavía existe en la conciencia del grupo que la mantiene. No hay oposición presente-pasado porque las redes interpersonales y los grupos no desaparecen de repente.

Dialogar las biografías de la memoria

En nuestra «pretensión» de acercarnos a los procesos de conocimiento y reflexión de la ciudad hay mucho de aspiración, deseo y propósito de aprendizaje, pero nada de ambición pretenciosa y desmedida por «descubrir verdades objetivas». Porque somos conscientes de que en la búsqueda de los relatos, estamos pasando a formar parte de esos lazos invisibles de algunas redes de la memoria colectiva.

Tampoco hay pre-tensión por exigencias y objetivos desmedidos o ajenos, porque trabajamos desde la premisa de que la objetividad no existe.


Publicación original: enPalabras

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