Rumbos desconocidos
El «volante mágico» fue el símil que se me ocurrió cuando Carla me pidió un artículo sobre el últimísimo estudio de Adecco sobre la Ley de Igualdad.
Es extraño. Con lo poco que nos gusta a las dos que nos llamen para hablar de este tema, parecemos sentenciadas. Supongo que nos damos refugio mutuo: me lo pide porque sabe que el tema me da alergia, y yo colaboro porque sé que a ella le da sarpullido. Tal para cual. De todas formas habrá que revisarlo.
Y lo del volante no fue porque buscara el adorno literario, sino porque se supone que una ley sirve para mantener o corregir el rumbo cuando conduces. Eso es lo que se supone que pretendía el gobierno, ¿no?
Como acaba de salir y aún no está incorporado a la Web, y el Pdf no llegará hasta la vuelta de vacaciones, el escaneado es casero y su calidad escasa. Pero como este es también mi repositorio personal, aquí dejo el texto.
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El volante mágico
(Empresa y Finanzas, 30 de julio de 2010)
Una de las cuestiones complicadas cuando aprendes a aparcar, es el control de referencias (las que dependen de ti y las que no) y racionalizar hacia dónde girar el volante para que el coche se mueva para el lado correcto. Cambiar el volante por otro nuevo, por muy deslumbrante que aparente, sin tener en cuenta como afecta a los mecanismos existentes y a los que pudiera necesitar, no parece muy prudente. Es como si quisiéramos mejorar el tráfico y la educación vial poniendo el volante de un Audi en un Seiscientos.
El sentir de la mayoría, hombres y mujeres, con los planteamientos oficiales sobre la igualdad es, cuando menos, de cansancio y aburrimiento. Producir leyes confusas ni vence ni convence. Como decía recientemente, si ha habido un ministerio controvertido, mediatizado y con efectos perversos es el de Igualdad. Sin objetivos, sin estrategia, sin debate innovador, tan sólo parece ser útil para estudios y encuestas que siguen uniformando a las mujeres en colectivos difusos.
Mi opinión sobre este ministerio y su famosa ley estrella nunca ha ido en línea a los discursos, ni de quienes la defienden ni de quienes la atacan, porque de discusiones sobre síntomas ya estoy harta. Por eso ya apenas presto atención a la actualización de indicadores que no indican, aunque casi siempre me llegan los estudios de Adecco, como esta IV encuesta a Mujeres Directivas.
Sus dos principales conclusiones, respecto a los datos del año anterior, son que “la crisis puede estar retrasando la implantación de la Ley” y que “las mujeres se muestran escépticas ante la perspectiva de futuro en materia de igualdad”.
Me van a permitir que, ya que se manipulan los conceptos, haga yo lo mismo con las palabras y lo deje así: La crisis está retrasando y transformando esquemas y expectativas por lo que hombres y mujeres (o viceversa) muestran escepticismo ante las perspectivas de futuro.
Como todo esto es, por supuesto, una opinión personal, he solicitado la de otra persona con la que he trabajado en estos ámbitos y que me suele aportar argumentos simples y potentes. Como estos:
Pretender paliar una situación de desigualdad que afecta, principalmente, a las mujeres, con unas herramientas diseñadas por mujeres, difundidas principalmente entre las mujeres, cuestionadas y valoradas por mujeres, crea una situación de desigualdad equivalente a la que se pretende paliar y, además, provoca incluso, rechazo.
EL único valor de la encuesta es ese, demostrar que cualquier imposición por ley de un cambio cultural es imposible y que hay además conceptos como el de la conciliación de la vida personal y laboral que se están adjudicando, equivocadamente, a las mujeres, ahora, precisamente, que la familia, como tal, ha pasado a tener un significado cada vez más amplio.
Eso, y que la mayoría (eso espero) de las mujeres, sean directivas, empresarias o trabajadoras en cualquier escalafón, aspiran a que se le reconozcan sus méritos como tales y no tener siempre sobre la cabeza la espada de la cuota.
Decía recientemente la directora de este periódico «Para empezar, entiendo que el hombre es hombre y la mujer es mujer. Y que es ésa una diversidad que enriquece«. Pues eso.
Publicación original: enPalabras