Creer… y querer hacer

Me recordaba hace unos días un amigo empresario que tenemos pendiente una conversación para ponernos al día y ver «como nos van poniendo cicatrices las ideas».

¿No es una mirada fantástica sobre la propia evolución? A veces no podemos hacer mucho con las circunstancias pero sí aprovechar para aprender sobre cómo las encaramos.

Tiempo para hacerConversando estos días con Iago me soltó también una perla que pasó inmediatamente a mi libreta:

La conciencia sólo se aplica en función de la mirada. No miras y no hay conciencia

Cicatrices que vienen con las ideas y educación de la mirada… Lo cierto es que, efectivamente, existe un problema de fondo cuando no queremos vernos como protagonistas de nuestras propias circunstancias. Y cuando esto sucede, no son nuestras habilidades lo que muestra quienes somos sino nuestras elecciones.

Sin embargo, aun siendo correcto el razonamiento anterior, me disgustaba la carga culpabilizante hacia las personas hasta que alguna conexión extraña me recordó una anotación de Jose Alcántara cuando trabajábamos para entender lo aprendido con Máscaras: «Para hacer cosas nuevas, hay que ver cosas nuevas». Pero, ¿de dónde sale la inspiración o la capacidad para idear/ejecutar esas «cosas nuevas? Pues de saber reconocer esas cicatrices que nos van poniendo las ideas para poder, y querer, educar la mirada.

Al invertir la frase de la anotación de Jose saltó círculo vicioso entre el hacer y el ver y ampliamos el foco hacia el contexto hasta que reapareció aquello de la atención y la intención tras dos conceptos muy de moda:

  1. Abundancia, que nos cuesta reconocer.
  2. Participación, que no surge por generación espontánea sino que es un proceso que necesita aprendizaje.

Y al anotarlo en la pizarra surgió la palabra «desear» y con ella una tercera conexión: ¿y si la abundancia nos hace ver tantas cosas que ya no vemos ninguna? ¿no será ese estado de deseo permanente lo que nos impide concentrarnos en algo y apasionarnos?

Ver-Hacer_CosasNuevas

La abundancia hace que ya no queramos mirar y si no miras no hay conciencia. Va a ser que necesitamos el entrenamiento que dice Manel Muntada para «convertir el cerebro en una cámara oscura para que la luz pueda impresionar con todos sus matices la película sensible en la que convertimos nuestra mirada».

La pizarra lleva dos años inmortalizando esa divagación para recordarnos que «educar la mirada» es un nuevo punto de partida para el que se necesitan dos cosas importantes: concreción y colaboración.

Publicación original: enPalabras

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *