Todo ha cambiado desde agosto de 2007. Ahora no llega con saber las cosas sino que hay que conocerlas a fondo… y tener paciencia. Una de las herencias de esta crisis que no cesa es, sin duda, una diferente medida del tiempo.

La inseguridad nos está sirviendo para despejar el camino y entrenarnos en un nuevo horizonte, de coste variable, en el que la anestesia de la nómina necesita ser sustituida por el dinamismo emprendedor del talento y las ideas. Pero no es la única asignatura pendiente, el dinero debe aprender a escoger rutas de futuro para generar, además de rentabilidad económica, un beneficio emocional personal y social.

Se dice que no hay trabajo pero eso no es exacto. Lo que no hay, ni habrá en mucho tiempo, es la nómina empapada en cloroformo que nos ha traído hasta aquí. El futuro se traduce en coste variable que exige ponernos manos a la obra para aportar valor en el lago plazo, y eso implica desarrollar.

Pero también hay motivos para ser optimistas, en realidad muchos pero «con tanto ruido en el bosque no se oye cuando cae un árbol».

Tenemos, por un lado, personas que han triunfado, que pueden y quieren invertir pero se encuentran con un panorama incierto y desalentador. Y tenemos por otro un futuro de posibilidades con iniciativas singulares de difícil valoración. Empresas muy jóvenes, sin pasado y sin sector, que son pioneras, que no se plantean innovar sino que la transformación es su esencia.

Un punto sin duda interesante si conseguimos aceptar que el futuro pasa, inevitablemente por la reinterpretación y la remezcla. Puede no gustarnos, pero no hablamos de preferencias sino de realidades y, lo cierto, es que está ocurriendo.

Las decisiones ahora tienen poco que ver con tornillos y tractores y con las proyecciones a largo plazo. Lo académico exige un radical cambio de esquemas porque… ¿Cómo puede ser que una empresa que no factura valga 80 / 100 / 500 millones de euros? Los conceptos básicos de quien compra, quien paga y quien recibe han cambiado sustancialmente. En este contexto, hablar de millones de visionados, no es una cuestión banal.

Hablar de inversiones requiere criterios claros, orden y negociación, pero es también una cuestión de emociones cuya rentabilidad financiera empieza a aflorar en las dos direcciones. Pero el equilibrio necesita objetivos comunes y conocimiento para encontrar las preguntas adecuadas y un espacio compartido de negociaciones de futuro y con futuro.

Si bien en nuestra conversación abordamos la parte más emocional de lo financiero, en su conferencia, Antonio Fernández nos dejó datos más concretos de cómo deben hacerse las cosas y del necesario papel de Gestor Independiente. Y esto es, fundamentalmente, su experiencia para valorar y manejar la tensión de la negociación de forma que no se produzcan las nefastas situaciones de asimetría perder-ganar que nos alejan del éxito.

Y esto es lo bueno de Internet, que permite compartir y transmitir el conocimiento en cualquier momento y lugar. No tiene la magia del directo, pero se acomoda mejor a las particularidades de la agenda personal. Por eso aquí dejamos la conferencia completa. Merece la pena.

Inversiones en economía real, rentabilidad financiero-emocional: Las dos partes se preguntan: ¿necesito ayuda? Pues… convendría

Publicación original: enPalabras

Conferencia de Antonio Fernández Hernando from www.enimaxes.com on Vimeo.

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